| Análisis |
Renovación, pero no ruptura
Rajoy ha limpiado la casa pero tampoco la ha tirado por la ventana. No hay ruptura con el legado de Aznar sino renovación por adición, un concepto que gusta mucho en el PP. Sencillamente, los que entran por abajo limpian el escalafón por arriba. Salen de la Comisión Ejecutiva figuras que ya eran veteranas cuando llegó Aznar, como Cisneros, Pastor Ridruejo o Álvarez Cascos. Pero ninguno de los verdaderamente influyentes en la etapa de Aznar queda fuera de la ejecutiva. Sólo Aragonés ve muy rebajado su poder. Permanecen Juan José Lucas, Miguel Ángel Cortés, Arenas, Mayor Oreja, Trillo o Rita Barberá. De quien sí se ha desmarcado Rajoy es de Rato. Ninguno de los pupilos del ex vicepresidente, incluido el brillante Juan Costa, toca verdadero poder. La Economía queda en manos de Miguel Arias Cañete. En lo que es el núcleo duro del partido, el Comité de Dirección, Rajoy se ha repartido el poder con Acebes, con el que está dispuesto a jugársela pase lo que pase. De los seis elegidos, Rajoy se reserva tres puestos para sus estrechos colaboradores Ana Pastor, Gabriel Elorriaga y Soraya Sáenz de Santamaría y recupera a Loyola de Palacio. Y ha dejado que Acebes incluya a su ex número dos en Interior Ignacio Astarloa y a su amigo Sebastián González Vázquez. El presidente ha reservado la verdadera renovación para puestos de segundo nivel en la ejecutiva y con nombres poco conocidos, en su mayoría mujeres. La influencia y poder que alcancen los debutantes marcará el verdadero grado de renovación del partido.