Las abejas son ya la segunda actividad para uno de cada cuatro agricultores

La apicultura como actividad complementaria al sector agrícola ha experimentado un auge espectacular durante los últimos diez años, hasta sumar actualmente 1.500 explotaciones, la mayoría de pequeña dimensión y unas 43.500 colmenas, según los libros de registro de la Junta. La producción de miel en la provincia se aproxima ya a 585.000 kilos anuales y la de panales de cera a 21.500 más, que, traducidos al mercado, suponen unos cuatro millones de euros anuales en origen y no menos de seis en precio final de venta al público (mil millones de las desaparecidas pesetas). Según el jefe del Servicio Territorial de Agricultura, Fidentino Reyero, la apicultura ha registrado un incremento espectacular desde que empezó a ser regulada por la Junta a mediados de los años noventa, «aunque suponemos que nunca dejó de estar activa, sino que simplemente todos se apuntaron al registro ¿Razones? Aparte de la rentabilidad mayor o menor para las pequeñas economías familiares, digamos que también el Seprona de la Guardia Civil está dando bastante caña , de modo que prácticamente todo el mundo está dado de alta ahora». Según Reyero, al margen de la rentabilidad particular que cada apicultor pueda sacar de su explotación para declararla al fisco, el Servicio de Agricultura tiene calculado que la producción de miel por colmena está en una media de 13,5 kilos y la de cera en medio kilo, sin contar otros subproductos, como el polen. En cuanto a la ubicación geográfica de las explotaciones, se señala que aparecen diseminadas por toda las las comarcas «aunque proliferan en especial entre la montaña norte y Sahagún». Itinerantes Al abrigo de las subvenciones comunitarias de la PAC muchos apicultores están tomando también esta dedicación en serio y como actividad profesional principal. «Para ello se exige tener un mínimo de 150 colmenas, aunque aquí tenemos registrados a varios que cuentan con medio millar o más, que se trasladan de forma itinerante para polinizar los campos, especialmente de frutales en comarcas como El Bierzo. El tranporte afecta en la provicia a unas 13.000 colmenas aproximadamente un tercio del total, que la Junta subvenciona con una media de diez euros por año cada una. Hay otras líneas de ayuda, pero ésta es la principal, de la que se benefician más de cincuenta apicultores, todos con un parque de más de quinientas colmenas por explotación. Esta peculiar trashumancia se produce cada año en primavera, entre los meses de marzo y mayo, para la polinización de frutales preferentamente en microclimas benignos, como el berciano. Según Reyero, la producción apícola estaba hasta hace pocos años «escasamente estructurada», aunque ahora ha comenzado a autorregularse a través de su propia asociación profesional. «León es una de las provincias de España con un potencial apícola más alto y las actuales producciones podrían, incluso, duplicarse facilmente: el problema es cómo comercializarla luego, porque casi la mitad se hace ahora de forma artesanal y sólo el resto deriva hacia canales más o manoes convencionales, incluídas las grandes cadenas de hipermercados». «Los agricultores leoneses se están tomando esta dedicación muy en serio» FIDENTINO REYERO, jefe del Servicio Territorial de Agricultura