| Reportaje | Un «loft» de 20.000 metros |
Una ruina industrial con mucho encanto
Los mejores arquitectos del mundo aceptan, tras ver el edificio, concursar por su rehabilitación
«Los arquitectos invitados no suelen concurrir a concursos, pero en cuanto vieron las fotos de la azucarera, todos aceptaron», aseguraba ayer el concejal de Urbanismo de León, el socialista Francisco Gutiérrez. Y es que aunque este edificio del año 1901, catalogado como arqueología industrial, sufre un estado de deterioro próximo a la ruina, sus grandes alturas y espacios diáfanos abren unas posibilidades que resultan evidentes. La degradación de esta joya arquitectónica de principios de siglo fue favorecida por el hecho de que cuando la Ebro cerró la fábrica hace dieciséis años se retiraron buena parte de las cubiertas para retirar el material y la maquinaria que aún era aprovechable, lo que dejó al edificio durante este tiempo abiertamente expuesto a las inclemencias del tiempo. La lista de arquitectos que optan al concurso de ideas para convertir la vieja fábrica en un palacio de congresos está formada por cinco españoles y otros tantos extranjeros, y es unánimemente considerada como de primerísimo nivel, ya que si bien no se puede asegurar que estén todos los que son, sí que a todos los que están se les reconoce como algunos de los profesionales más prestigiosos del momento. Así, los estudios españoles que optan a dibujar la nueva cara de la ciudad de León los encabeza el de Rafael Moneo, autor del Centro de Congresos de San Sebastián o el Auditorio de Barcelona, que compite con los igualmente reconocidos de Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano, el de Iñaki Ábalos y Juan Herreros, con Francisco Mangado Beloqui o Alejandro Zaera Polo y Farshid Moussavi. Si la lista española impresiona, la selección aún se hace más elevada con el plantel internacional, compuesto por el holandés Rem Koolhas, el francés Dominique Perrault, la británica de origen irakí Zaha Hadid, la japonesa Kazuyo Sejima o los suizos Jacques Herzog y Pierre Meuron.