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| Crónica | La semana política |

Ruiz-Gallardón no está liquidado

El enfrentamiento en el seno del Partido Popular de Madrid ha dejado entrever el inmisericorde poder del «aparato» y deja al alcalde tocado, pero no hundido

Maragall salió ganador esta semana

Publicado por
Manuel Campo Vidal - madrid
León

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Ha sido tan desproporcionado el enfrentamiento en el PP madrileño que todos están asustados. Pocas veces en un partido, en solo días, se ha producido una escalada verbal tan cruda con apoyo de guerra sucia sin paliativos: las terminales mediáticas de Génova, que en general permanecen activas, tiraron a degüello contra Ruiz Gallardón, apodado en el entorno de Esperanza Aguirre como «El Chulito»; el secretario general Ángel Acebes, tomó partido sin miramientos; en los móviles circulaban calumnias; hasta los viejos amigos del alcalde intervinieron contra él o contra Cobo, su candidato interpuesto y ahora desolado que culpa a los «talibanes» del PP del infierno vivido. La batalla fue dura, sucia e incluso con pretensiones épicas. La propia Aguirre decía: «A Alberto lo voy a machacar pero después seré magnánima en la victoria.» En el desfile de las Fuerzas Armadas, el protocolo los había sentado juntos y hubo que mover sillas y gente para separarlos. No se soportan. Es algo visceral por encima de que el uno crea que sólo se ganan las elecciones desde el centro y la otra no sepa como las ganó. Concluida la batalla, todo el mundo se pregunta cómo un profesional de la política tan brillante es capaz de desconocer que está casi solo en su partido. Como a un navegante de la política con pretensiones de desembarcar en la Moncloa, le puede fallar el radar y el sonar de esa manera. O como es tan ingenuo para pensar que triunfaría con su discurso de «algo habremos hecho mal para perder las elecciones» en un congreso popular cada vez más derechizado. Nadie lo ha definido tan bien como Carme Chacón, vicepresidenta primera del Congreso de los Diputados, consultada por Diario de León: «Buena parte del PP vive con la mentalidad de gobierno en el exilio. Piensan que fueron derrocados del poder ilegítimamente y desde ese convencimiento afrontan la política de cada día. Por eso emplean esos argumentos y ese tono». Desde esa perspectiva, la de «gobierno en el exilio», la operación ha sido un éxito: se ha derrotado al exponente máximo del centrismo, al único hombre -Rato aparte- capaz de sustituir con posibilidades a Mariano Rajoy si fuera necesario. Pero han empujado a Ruiz-Gallardón hasta la puerta del partido sin ganas de nuevas aventuras internas por sabe como las gastan. ¿Y que va a pasar ahora? ¿Dónde terminará ese Ruiz-Gallardón a la deriva vapuleado internamente? Desde el jueves, Madrid se ha ido llenado de rumores. Un miembro del Gobierno Maragall sostiene que Gallardón tenía una operación en la cabeza para lanzar un partido de centro con apoyo de empresarios y cita a Fernández Tapias entre ellos. Otros creen que recuperará la idea de hace tres años -antes de que Aznar por sorpresa lo llamara para encabezar la lista de Madrid- de abandonar la política. Lo decía en serio y conversamos con él sobre ese asunto: «Es difícil estar en una empresa donde el jefe máximo te hace sentir que no quiere que estés», nos dijo entonces. Y supimos a las pocas semanas que sus amigos ya maniobraban para que aterrizara en la secretaria del consejo de administración de Repsol. Nada de todo eso va a ocurrir ahora porque Gallardón ha perdido la batalla interna pero no el norte. Simplemente rectifica su rumbo. Una persona muy próxima al alcalde y a la vez a Fernando Fernández Tapias desmiente rotundamente a este periódico que hubiera existido ese proyecto en algún momento: «Fernando está vendiendo todo para vivir más tranquilo y además también es amigo de Esperanza.» ¿Y Alberto?. «Alberto me ha confirmado que su único objetivo ahora es demostrar que es el mejor gestor que nunca tuvo la ciudad de Madrid. Y que si la oportunidad de hacer algo distinto en el PP surge, se verá en su momento, pero que no la buscará». En cuanto a lo otro ni siquiera Alberto Cortina sabe cuanto tiempo estará en Repsol. Por lo tanto, no habrá sobresaltos en los próximos meses. Esperanza, no lo duden, será magnánima en la victoria, entre otras cosas, porque sin Alberto ganando en la ciudad de Madrid -más de tres millones de habitantes equivalente al 60% de la Comunidad- difícilmente ella, o quien sea de su partido, ganará la Presidencia regional Doble éxito de Maragall Entretanto Maragall también recupera el rumbo. Asistió con la oposición de sus socios de gobierno al desfile de las Fuerzas Armadas lo que le agradecieron calurosamente varios generales. Alguien le dijo a tiempo que Cataluña perdería cualquier posibilidad de llevarse una línea de montaje del futuro helicóptero europeo de combate si después se escudaba en el pacifismo mal entendido porque este ejército solo realiza tareas humanitarias . Estuvo en Madrid y se llevó a Barcelona a la vicepresidenta Teresa Fernández de la Vega -«presidenta» en funciones- al acto de desagravio al presidente Lluis Companys, capturado por la Gestapo y fusilado por Franco. CiU y ERC no asistieron al acto dolidos -sobre todo por el éxito evidente de Maragall- porque querían que este gobierno pidiera perdón a los catalanes. Este Gobierno, y ningún otro democrático, no puede ni debe pedir perdón por lo que no hizo. Y por cierto está presidido por un hombre cuyo abuelo fue ejecutado igual que Companys.