La Ley del Menor deja que 500 delitos se salden con sólo una pena de encierro

La Fiscalía de Menores de León tramitó el año pasado casi 500 expedientes de delitos protagonizados por menores de edad, a resultas de los cuales sólo una docena de delincuentes juveniles fueron sancionados con penas de privación de libertad (medidas educacionales o correctivas, en el argot judicial). Y de ellos únicamente uno está internado en «régimen cerrado», mientras que el resto cumplen su juvenil condena en régimen abierto o semiabierto, lo que unicamente les obliga a asistir a clase en el instituto del barrio y a volver a dormir al centro de internado, por supuesto con derecho a pensión completa. Según el coordinador de la Fiscalía de Menores, Avelino Fierro, la menor o menor laxitud en las normas que rigen la prevención y corrección de la delincuencia juvenil no depende del personal funcionario del Ministerio de Justicia, que se limita a aplicarlas, sino de lo que decide el legislador en cada momento. Las estadísticas, en todo caso, son llamativas: en lo que va de año se han producido en la provincia de León cuatro casos de homicidio imputables a menores, en grado de consumación, de tentativa o de imprudencia temeraria, seis de violaciones o intentos, 172 de lesiones a personas en altercados callejeros, 264 robos o hurtos de bienes particulares o públicos, incluídos vehículos, dinero, etcétera, y otra decena «contra la seguridad colectiva», lo que incluye desde circular a gran velocidad con vehículos de motor sin carnet de condicir en carreras callejeras -a veces nocturnas y sin faros- hasta todo tipo de actos de vandalismo ocasional. Según Fierro, la Ley de Menores del año 2000, incluído su último reglamento de julio del 2004, hace especial hincapié en la reeducación del menor por encima de la represión del delito, de modo que las medidas a aplicar son también «meramente educacionales». En cuanto al retrato robot del pequeño delincuente juvenil, sigue siendo el de un chico procedente de familias desestructuradas, con no pocos problemas sicológicos de adaptación a la sociedad, fracaso escolar añadido y modelos de conducta que «no tienen en cuenta el riesgo, aunque éste es un parámetro común a la mayoría de los adolescentes». Una vez agitado esta explosiva mezcla es frecuente que salga un jóven inadaptado o conflictivo, incontrolable tanto para los familiares como para los poderes públicos. La Fiscalía de Menores no dispone de estadísticas sobre reincidencia en delitos o faltas ejecutados por menores de edad, pero estima que pueden calcularse aproximadamente en un tercio del total. Se supone que el resto, las otras dos terceras partes o «un poco más» se reconducen hacia conductas aceptablemente sociables o, al menos, no punitivas.