Riesgo en Mansilla, donde uno de cada tres presos es musulmán
Mansilla de las Mulas, donde uno de cada tres internos es musulmán, es una de las prisiones donde más riesgo hay de que surja un «ejército organizado» de presos islamistas
Representantes sindicales de funcionarios de prisiones denunciaron ayer que la concentración de presos musulmanes en algunas cárceles, como la de Mansilla de las Mulas, ha creado un «caldo de cultivo» para la actuación de «grupos de presión» islamistas, y pidieron la dispersión de sus líderes. La prisión leonesa alberga 500 presos musulmanes entre los 1.550 que conforman la población reclusa del centro, según advirtió ayer el delegado de la Acaip (Agrupación de Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias) en la prisión leonesa, Valentín Llamas. Mansilla de las Mulas es, junto a la de Palencia, Valdemoro y Soto en Madrid y Villena y Foncalent en Alicante, una de las prisiones que tienen riesgo de que ese «caldo de cultivo» se convierta en algo más peligroso, como ocurre en las prisiones de Topas, en Salamanca o A Lama, en Pontevedra, donde los reos que abrazan el Corán han logrado imponer su ley en parte de la cárcel en la que, según la investigación, se gestó el grupo que preparaba la nueva masacre en Madrid. «No hay una zona que esté dominada por presos de una determinada religión», aseguraba hace sólo una semana el delegado del Gobierno en Castilla y León, Miguel Alejo, tras visitar la cárcel de Mansilla. Sus palabras, ahora en entredicho, trataban de frenar la alarma generada por el sindicato de prisiones Acaip cuando alertó de que el módulo 9 de la penitenciaría salmantina se había convertido en feudo islamista. En la sala de lectura del sector, por ejemplo, el Corán era el auténtico best seller después de que los musulmanes transformasen el lugar en improvisada mezquita. «El problema existía antes, pero se recrudece tras el 11-M (...) que ellos han asimilado como el inicio de una guerra santa», afirmó ayer el presidente nacional de Acaip, José Ramón López Además del sindicato, las quejas por la situación llegaron desde funcionarios e incluso algunos de los presos que protestaron porque los rezos, a las seis de la mañana, perturbaban el sueño del resto. La ley de libertad religiosa choca con la de la cárcel, donde las horas de descanso son sagradas. Un ejército organizado Acaip se refirió en sus quejas a un «ejército bien organizado» formado por musulmanes. En el informe hablan de un grupo de 14 reclusos que «actúa coordinadamente bajo la tutela de un líder; uno de ellos hace las funciones de policía de patio y avisa al resto si escucha de otros presos musulmanes palabras malsonantes». El resto de la tropa lo completarían un mohecín que llama al rezo, tres lugartenientes, cuatro soldados rasos y un fundamentalista no integrado. La directora de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, tuvo conocimiento del informe y su reacción fue achacarlo a «una exageración» y «algo de xenofobia». El PP se apresuró a reclamar ayer su dimisión. Aunque la situación en Topas se ha revelado extrema, la de otras cárceles españolas no invita al optimismo. Improvisados líderes espirituales controlan a la legión (cada vez mayor) de musulmanes en penitenciarías como la pontevedresa de A Lama, donde según algunos funcionarios «los internos islamistas suelen ser marginales en un país extraño, por lo que la aparición de iluminados que les prometen una vida mejor les convierte en fundamentalistas».