Diario de León

Zapatero anuncia un nuevo sistema de financiación sanitaria para el 2006

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Ramón Gorriarán - madrid
León

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Los presagios no eran buenos, pero José Luis Rodríguez Zapatero y los 19 gobernantes autonómicos evitaron el naufragio de la Conferencia de Presidentes y acordaron que sea un foro político que se reúna al menos una vez cada año. El primer compromiso de todos fue celebrar una nueva cumbre la primavera que viene, un encuentro para el que el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, ofreció Barcelona como sede. El segundo, acordar un nuevo sistema de financiación sanitaria en 2005 que entrará en vigor en 2006. Visto el cariz que tomaban los prolegómenos, el Gobierno se conformaba la víspera del encuentro con la foto que reflejara «la España constitucional». No preveía acuerdos, pero los hubo y no menores. A la salida de las tres horas y media de reunión, hora y cuarto más de lo previsto, todo fueron parabienes. Maragall habló de cita «histórica»; Manuel Fraga alabó «la buena idea» y mostró su «gran alegría» por una iniciativa cuya paternidad reclamó; Juan Carlos Rodríguez Ibarra no dudó en calificarla de «éxito»; encuentro «positivo», dijo el navarro Miguel Sanz. Todos sin excepción mostraron su satisfacción por el desarrollo de la Conferencia de Presidentes, aunque en público algunos gobernantes del PP se lamentaron de «la oportunidad perdida» para hablar del modelo territorial de España. Cumbres periódicas Fue cualquier cosa menos una reunión simbólica. Los presidentes acordaron que las cumbres sean políticas, con una periodicidad, al menos, anual y que los acuerdos se adopten con «un consenso amplio»; se comprometieron a sellar antes de fin de año un compromiso sobre la fórmula de participación de las autonomías en los consejos de ministros de la Unión Europea; coincidieron en la necesidad de elaborar un nuevo modelo de financiación sanitaria que recibirá «la luz verde definitiva», en palabras de Rodríguez Zapatero, en la cumbre presidencial de la próxima primavera para que entre en vigor el 1 de enero de 2006; y decidieron que en la próxima Conferencia de Presidentes se aborden las reformas de la Constitución y de los estatutos de autonomía. Un bagaje respetable, cuando no se esperaba nada. Acuerdos comunes El presidente del Gobierno dio, además, un paso que nadie esperaba. Se comprometió a convertir en proyectos de ley respaldados por el Ejecutivo que dirige los acuerdos que se adopten en ésta y las próximas reuniones de la Conferencia de Presidentes. En parte, la culpa de la buena marcha de la reunión la tuvo la actitud de los presidentes del PP, que enterraron el hacha de guerra que blandieron días atrás los consejeros que participaron en las citas preparatorias. Una postura en la que tuvo mucho que ver el presidente de la Xunta de Galicia, firme defensor de este foro autonómico. El jefe del Ejecutivo -que salió «muy contento» del encuentro, según sus más cercanos colaboradores- manifestó que la Conferencia de Presidentes es «la imagen política de la España real», en la que conviven territorios de «identidades distintas, pero iguales en derechos». La cumbre, prosiguió, también es la prueba de «cómo se puede gobernar mejor» si se prima el diálogo y rehuyen las confrontaciones.

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