EL COMPLEJO SISTEMA ELECTORAL
Unas normas de más de dos siglos
Estados Unidos celebró sus primeras elecciones en 1789. Más de dos siglos después muchas de las normas que dictaron los padres fundadores Jefferson, Franklin o Adams siguen vigentes, pese a que crujen como pilar del sistema político. La democracia más vieja no quiere dejar de serlo en ningún aspecto. Las elecciones no son directas en EE.UU., por tanto quien designa al presidente no son los ciudadanos, sino el Colegio Electoral, una institución que se remonta a los tiempos de la Independencia. A cada estado, y el distrito de Columbia, se le adjudica un número de votos electorales, según el tamaño de su población. El ganador en cada estado -salvo en Maine y Nebraska-, por pequeña que sea la diferencia, se lleva todos los votos de ese territorio. Para proclamarse presidente, un candidato necesita hacerse con 270 del total de 538 votos electorales. Este sistema hace posible que un candidato sea elegido presidente con un número total de votos populares inferior al del derrotado, si consigue el número suficiente de votos electorales, como sucedió en el 2000. George W. Bush fue el cuarto hombre en llegar a la Casa Blanca sin obtener la mayoría del voto directo (logró 271 votos electorales pero obtuvo medio millón menos de sufragios que Al Gore). Se puede dar la paradoja de que un candidato podría ganar si se llevara los 271 que suman los 11 mayores estados, es decir, solamente el 27% de los sufragios populares. Y podría permitirse el lujo de que ni una sola persona en los 39 estados restantes votara por él.