Sharon reitera que no permitirá enterrar al «rais» en Jerusalén
La oficina del primer ministro israelí, Ariel Sharon, reafirmó ayer que Israel no permitirá que el dirigente palestino, Yaser Arafat, sea enterrado en Jerusalén, al tiempo que las autoridades israelíes daban instrucciones al Ejército y a la policía para que extremen las medidas de seguridad tanto en Israel como en los territorios ocupados en previsión de que se produzcan disturbios. Un equipo dirigido por el secretario del gabinete de Sharon, Israel Maimon, prepara un documento explicando las razones de la animadversión de Israel hacia Arafat. Sharon recalcó que Israel considera a toda la ciudad de Jerusalén como su capital «indivisible y eterna», mientras que los palestinos prevén establecer la capital de su futuro Estado en el sector oriental de esa localidad, ocupado y anexionado por Israel desde junio de 1967. Arafat expresó en varias ocasiones el deseo de ser enterrado en la mezquita de Al Aksa, en la Explanada de las Mezquitas, el tercer lugar más sagrado del islam. Disturbios La cúpula del Ejército israelí, con su responsable Moshé Yaalón al frente, ha tratado ayer las medidas a adoptar para impedir que sea enterrado en Jerusalén. Fuentes militares dijeron que Israel ya ha diseñado un plan de contingencia, incluida la posibilidad de una actuación militar en caso de disturbios y las protestas que puedan derivarse de la prohibición de enterrar al rais en Jerusa-lén. Desde Israel se barajan otros lugares: Abu Dis, a las afueras de Jerusalén Este y desde donde se divisa la Explanada, o la franja de Gaza. Según algunos, los militares han marcado incluso un posible lugar de enterramiento en Abu Dis, lugar que ha sido tenido en cuenta en el trazado del muro de seguridad, de modo que la tumba quedaría en el lado palestino. Sin embargo, los palestinos consideran que la población reaccionará con calma cuando se anuncie la defunción de Arafat. Algunos de los principales dirigentes abandonarán hoy Ramala con destino a Gaza para «coordinar» las actuaciones policiales, pues consideran que el único momento «difícil» se producirá durante el entierro del «rais», pues los palestinos han buscado un lugar alternativo para enterrarlo aunque no lo han hecho público. De todos modos, los servicios de seguridad palestinos fueron puestos en estado de alerta anoche. El deseo de Arafat de ser enterrado en Jerusalén tiene connotaciones políticas, pero también personales. Su familia es originaria de la ciudad y vivió en ella.