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«Spanisch Protokoll»

León se acopló al ritmo de una cumbre internacional con rigores protocolarios dignos de la altura de una capital europea, pese a la escrupulosidad del orden alemán Más de 2.000 leoneses en pie

San Marcos

Publicado por
Rosa Martín - león
León

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El protocolo, tranquilo y sosegado, oculta la importancia que para León tendrá la cumbre bilateral celebrada ayer. Apenas unos detalles se salieron de la organización prevista (pequeños retrasos en el horario), pero, en principio, León dio una muy buena imagen. Los responsables de la policía lo detallaban. «Todo muy, todo muy bien, nos han felicitado», aseguraba uno a un interlocutor al teléfono. Pero la importancia estaba en el fondo. José Luis Rodríguez Zapatero eligió su ciudad como escenario de la primera cumbre bilateral que organiza su gobierno. Y esto es lo esencial. «Esta cumbre es muy importante para León porque la ciudad está dando una imagen de lugar donde se reúnen líderes mundiales y donde se toman grandes decisiones. León se lo merece y los ciudadanos de León se lo merecen», explicaba el alcalde Francisco Fernández. El regidor fue, junto al delegado del Gobierno, Miguel Alejo, y el subdelegado Francisco Álvarez, el encargado de dar la bienvenida a los representantes de las dos delegaciones. Junto a ellos, los más altos cargos del ejército, la Guardia Civil y la Policía Nacional. Ante la fachada de San Marcos se echó en falta a algún representante del Partido Popular, aunque quizá sólo los añoraban los periodistas. Los saludos, entre los representantes de ambas delegaciones, en inglés, el idioma semioficial de la cumbre. Así en los corrillos, especialmente se oía la voz de los ministros Miguel Ángel Moratinos y Juan Francisco López Aguilar que conversaban con sus homólogos en ese idioma, eso sí secundados por decenas de intérpretes y traductores simultáneos. Sólo uno de los ministros alemanes optó por el saludo en español, un sonoro Buenos Días. En la gran explanada ante San Marcos, para observadores avezados, llamaba la atención el cambio de banderas, las de Alemania, España y la Unión Europeo sustituyeron, por unas horas, a las de León y Castilla y León. Volverán a ser reemplazadas. Los fallos de protocolo, derivados de los retrasos. Las cuatro caravanas de vehículos que debían traer a los integrantes de las delegaciones hispana y germana se encontraron con algunas dificultades, no en la ciudad, sino antes. La León-Valladolid volvió a ser protagonista y a ella se achacó el retraso de casi media hora en la llegada de los titulares ministeriales alemanes. Antes de ellos, en una caravana con dos autobuses de la línea León-Madrid rotulados con la bandera española llegó la delegación anfitriona. Les seguía una UVI móvil, mientras un helicóptero de la Policía Nacional sobrevolaba la ciudad. El despliegue policial era más que evidente. Más de cuatrocientos agentes desplazados a la ciudad a los que se unían la mayor parte de la plantilla de la Policía Local -encargada de regular el tráfico-, y varias decenas de soldados. Más de una veintena de «lecheras» del Cuerpo Nacional de Policía, aparcadas en la zona posterior de la sede de la cumbre. Como héroes Los más de dos mil curiosos que se acercaron hasta la explanada de San Marcos aplaudieron con ganas a «José Luis», que llegó en el mismo coche que el canciller alemán en una comitiva abierta por los vehículos de seguridad. Quedo claro, eso sí, que José Bono es el más carismático de los ministros, ya que hacía el presidente y hacía él estaban destinados todos los gritos de los presentes. El protocolo marcó un continuo entrar y salir del Parador. Tras la llegada, a las 12.11 a la explanada, saludo a las autoridades locales y entrada al interior. Salida de todos los ministros a las 12.20. Y ahí empezaron las dudas que expresó el ministro leonés. «¿Cómo nos ponemos?», se preguntó. Pues en orden. Primero las delegaciones hispana y alemana, luego los ministros germanos y, por último, los españoles. El sitio de cada uno era ése porque, tras el paso de revista a las tropas, serían por orden inverso saludados por el presidente español y el alemán. Y ahí surgió la anécdota porque todas las delegaciones fueron invitadas a moverse hasta en cuatro ocasiones, primero a la derecha, luego para la izquierda, de nuevo... Spanisch Protokoll que dijo un traductor alemán, a lo que contestó otro en español «Qué coñazo». Pero lo cierto es que, aparentemente y salvo esos ligeros retrasos, todo pareció engrasado. Zapatero se veía radiante y feliz. Sonreía para un lado y para otro mientras iba presentado a su homólogo alemán a todos los presentes haciendo gestos de complicidad con el alcalde Francisco Fernández al que además de la mano dio unas palmadas en el hombro. El presidente, ligeramente más alto que su compañero alemán, marcaba el paso sin perder la sonrisa mientras los alemanes saludaban con semirreverencias a todo el mundo. Cuando, tras la primera reunión, todos los altos dignatarios salieron de nuevo a la explanada para la foto de familia, Zapatero se ganó al público. Unos niños del colegio Conde Lucanor de Peñafiel comenzaron a gritar «que venga Zapatero» y él no dudó; llamó al responsable de Seguridad de la Moncloa, el también leonés Segundo Martínez, y le dijo que acercara a los niños. Con ellos se hicieron la foto mientras preguntaban si iban a salir en la tele. Zapatero tenía así lograda la foto del día. Los autógrafos los tuvieron que firmar él y Bono, el más reclamado. Tras la foto, que se demoró unos minutos por el retraso del ministro Alonso, la comida. Un auténtico ágape leonés. Zapatero volvió a dar grandes imágenes para el recuerdo. Tras el consejo de ministros, la cumbre hispano alemana. León es un poco más conocida en Baviera.