Manuel Marín se enfrenta al PSOE por la reforma de la Cámara Alta

El presidente del Congreso, Manuel Marín, se ha encontrado al enemigo en casa. Su decisión de obligar a los grupos parlamentarios a fijar ya postura pública sobre la eternamente pospuesta reforma de la cámara ha provocado gran malestar en el grupo parlamentario socialista, al que él mismo pertenece. Su deseo es que el nuevo reglamento -para el que ya ayer presentó un borrador- pueda ser aprobado el 15 de febrero y cree que sólo si pone firmes a todas las fuerzas parlamentarias lo logrará. En las filas de su partido, en cambio, entienden que no hacía falta escenificar tal urgencia. Marín convocó ayer una rueda de prensa -algo poco habitual en alguien que ostenta su cargo- para escenificar su «preocupación» por el cariz que, a su modo de ver, está adquiriendo la negociación de esta cuestión. Lo hizo además «consciente de las molestias» que, según él, iba a causar y ya está causando esta decisión entre las fuerzas de la cámara. Críticas socialistas Pero lo que no contó es que los más críticos fueran los socialistas. Fuentes de este grupo parlamentario admitieron hoy que la dirección está molesta por la urgencia que el presidente ha imprimido al proceso y por el hecho de que sea él quien haya tomado una iniciativa que, a su juicio, corresponde a los grupos parlamentarios. Tampoco comparten el argumento de que el diálogo corre el riesgo de entrar en vía muerta. Su secretario general, Diego López Garrido, lo dejó entrever públicamente al advertir de que sacar la reforma adelante «requiere cierto tiempo» y añadir que el grupo de trabajo que hasta ahora la ha abordado «está trabajando muy bien».