Volvemos a Europa

CUANDO EL PSOE acuñó su marketiniano eslogan Volvemos a Europa no pensaba en la alianza que ahora tiene que urdir España con los países de la Nueva Europa de Bush (las repúblicas excomunistas) y con los que integran las fuerzas de ocupación en Irak (Polonia). En el mundo feliz del telemarketing político, la vuelta a Europa era el regreso a las fotos con Schroeder y Chirac. No era el portazo con el que germanos y galos quieren liquidar los fondos para los países pobres. Alemania está en recesión desde hace tres años; Francia permanece anclada en la economía intervenida de De Gaulle; en Inglaterra crece el euroescepticismo al ritmo que decae Blair; y los holandeses, suecos y austríacos se preguntan por qué van a financiar con sus impuestos el túnel del Guadarrama cuando sus gobiernos les amenazan con nuevas tasas sanitarias. Son los seis países que han permitido con su dinero que la UE haya aplicado una política de solidaridad territorial nunca suficientemente reconocida. Sin embargo, las pullas de Zapatero a Bush no iban a ablandar los corazones de Chirac ni Schröder, acosados en sus países por la opinión pública. El auténtico regreso a Europa se produce ahora, cuando el Gobierno abandona el telemarketing y busca a sus aliados naturales en la UE: los menos ricos. Polacos o portugueses no tienen el glamour de los germanos, pero sí intereses comunes. Y el interésde España no puede ser otro que lograr que el grifo se cierre en varias vueltas, porque a ningún enfermo se le retira el tratamiento de repente, salvo para rematarlo.