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En la mayoría de ellos, situados en zona de montaña, ya ni siquiera vive nadie en invierno, según la Diputación

Sesenta pueblos leoneses, condenados a desaparecer por falta de habitantes

En apenas dos décadas han sido borradas del censo otro medio centenar de pequeñas aldeas

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Antonio Núñez - león
León

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Pasada la festividad de Todos los Santos, el 1 de noviembre, con las primeras nieves, es raro que en la mitad de los 17 pueblos que dependen del Ayuntamiento de Cármenes quede algún habitante, aunque hacía entonces una semana todavía salía humo de una casa en Piedrafita, a apenas siete kilómetros de la raya con Asturias y en el puerto del mismo nombre. El resto de las casas aparecían cerradas a cal y canto en medio de la nieve sin más signos de estar habitadas que el ladrido a la carretera de algunos perros, seguramente más extrañados que alerta por tener visitantes. Según el Gabinete de Planificación de la Diputación, un total de sesenta pequeños pueblos de la provincia se encuentran ya al borde del abandono definitivo, con un censo de habitantes «de derecho» inferior a diez, que en invierno puede llegar, «de hecho» a cero. La Diputación sigue de cerca el problema de la desploblación rural para ponerle remedio, si se puede, en forma de servicios que fijen la población a las localidades en declive y, cuando ya no hay solución, simplemente cortarlos para derivar los servicios públicos hacia otras poblaciones que todavía pueden crecer o mantenerse. Los expertos consideran que cuando un pueblo ve caer su censo a menos de diez habitantes está condenado a desaparecer a muy corto plazo, situación en la que se encuentran actualmente sesenta pueblos leoneses, mayoritariamente ubicados en la montaña y El Bierzo, donde destacan municipios como Riello, con siete semidespoblados, seguido de Vega de Espinareda, Balboa y Cármenes, cada uno de ellos con otros cuatro. A tiempo parcial A ellos debe añadirse, según la Diputación, otro medio centenar de pueblos que se dan ya definitivamente por abandonados, salvo cuando los hijos o los nietos de los antiguos pobladores regresan un mes o dos durante el verano, pero para este supuesto la Diputación lo tiene claro: quien quiere arreglarse la red de aguas, el alcantarillado o, simplemente, los accesos, trendrá que hacerlo de su propio bolsillo o por cuenta del ayuntamiento, como una segunda residencia que no incumbe a la tutela del Palacio de los Guzmanes. Según el primer teniente de alcalde de Cármenes, Gonzalo González, uno de los municipios más afectados por la desploblación, incluso las estadísticas del Palacio de los Guzmanes son optimistas, «aunque por mi cargo yo no debería decirlo: en Pedrosa, que tiene teóricamente un censo de siete vecinos, sólo vive uno en invierno y en Rodillazo y Tabanedo, con seis y tres, respectivamente, por estas fechas ya no queda nadie». El conjunto del Ayuntamiento de Cármenes, con un total de 17 pueblos o pedanías, figura en los censos de población con un total de 428 habitantes, «aunque no creo que quedemos más allá de 150 por el invierno». Hay, incluso, pueblos donde los teóricamente censados sobrepasan los setenta años, de modo que a partir de noviembre bajan a León para vivir con hijos, yernos o nueras y que se mantienen empadronados en su pueblo de origen para no perder derechos respecto a propiedades particulares o comunales. Según González, una vez que desaparezca este tipo de empadronamientos, «aunque sólo sean de temporada», también desaparecerá Cármenes, «porque dejaremos de cobrar transferencias del Estado por población».