«Después de las minas sólo quedan las pensiones y algo de ganado»
La escasa población que todavía mantiene los censos de las zonas rurales de montala en la provincia de León tiene unicamente dos ocupaciones tras el cierre de las antiguas minas de carbón: la ganadería con ayudas de la PAC o las prejubilaciones. Según el primer teniente de alcalde de Cármenes, Gonzalo González, en algunos ayuntamientos ni siquiera se puede hacer una media de edad de la gente: el que no es demasiado viejo para emigrar es también demasiado joven para hacerlo o tiene a su cargo a familiares de edad avanzada y se queda para cuidarlos. Según González, el 80% de las casas rurales en las pedanías de montaña se reabren sólo durante el verano, pero permanecen deshabitadas durante el resto del año, algunas en ruina. Recuperarlas para un uso continuado es algo que se da por imposible. En el Gabinete de Planificación de la Diputación son escépticos sobre el devenir de los pueblos de menos de diez habitantes. Aunque algunos vecinos se resitan todavía a borrarse del censo, la prestación de servicios es inflesible y quedan pocas opciones de vida: si se está jubilado, hay que optar entre el centro médido de la capital con el hijo o la nueva y, si se es joven, entre la escuela del pueblo o un buen colegio en la ciudad, donde, además, está el trabajo. En esta disyuntiva son cada vez menos los habitantes «de derecho que se censan» en sus pequeñas poblaciones rurales de origen. Más de cien años En Genicera, aguas arriba del río Torío que lo vino nacer, vivía hasta hace poco Miguel Suárez, de 105 años, según los vecinos que le conocen, aunque ahora se ha trasladado a una residencia de León capital, en el barrio de San Mamés. Proximamente será el encargado de leer algunos párrafos de la Constitución en el aniversario de la Carta Magna española, como el ciudadano más veterano de la provincia en el salón de plenos de la Diputación. Según los vecinos que conviven con él desde antiguo es, sin duda, una de las personas más cualificadas para celebrar un acontecimiento como este, aunque seguramente añore los amaneceres y atardeceres de su pueblo. El patricarca de toda la comarca del Torío, de Pidrafita y Cármenes para abajo, seguramente desconoce ya cómo transcurre la vida en su pueblo, salvo por referencicias de verano de los bisnietos. Se le podría informar que, en lo fundamental, no ha cambiado nada, menos en que hay poca gente por el invierno:la carretera sigue sin arreglar, los veraneantes asturianos sólo llegan en verano y cada vez hay menos paisanos y rebaños de vacas arriba y abajo. Probablemente el único trashumante sin vuelta sea él. «Con lo que no hay problemas es con las quitanieves; estamos solos, pero no aislados» GONZALO GONZÁLEZ, primer teniente de alcalde de Cármenes