El único testigo con vida

Rabei Osman El Sayed Ahmed, Mohamed El Egipcio , tiene mucho que explicar al juez Juan del Olmo sobre cómo se gestaron los atentados del 11-M. No en vano, tras el suicidio colectivo de Leganés, este cabecilla de Al Qaida es el único terrorista con vida que puede explicar los entresijos de la masacre. Su nombre apareció en la investigación en cuanto comenzaron las detenciones de ciudadanos sirios involucrados en la masacre. Los servicios de Información sabían desde hace meses que era una «pieza clave» en las redes de captación en España de radicales islámicos, sirios en particular. Según los expertos, reclutó en Madrid, al menos, a seis de los fanáticos islamistas que se integrarían en menor o mayor medida en la célula terrorista de su amigo Serhane Ben Fakhet, El Tunecino , con quien diseñó los detalles de la masacre. Mohamed El Egipcio, uno de los presuntos cerebros de los atentados, no el único, se enroló durante cinco años en el Ejército egipcio, en el que se convirtió en un experto en demoliciones. Recaló en España, procedente de Italia y de Alemania, a finales de enero del 2001 con una sóla misión: hacer proselitismo y buscar adeptos para la yihad contra los «no creyentes y politeístas», como ordena la doctrina radical que profesa, la Takfir Wal Hijra . La Unidad Central de Inteligencia Exterior de la Policía cree que a finales del 2002 y principios del 2003 El Tunecino y El Egipcio eran uña y carne y no era difícil verlos juntos en las mezquitas madrileñas de Alonso Cano o Estrecho. Fuentes de la lucha antiterrorista aseguraron que fue entonces cuando ambos diseñaron los detalles de la masacre de los trenes siendo reconocidos por testigos en la casa de Chinchón donde se ultimó.