De las casas de banca al modelo europeo

El concepto de banca, tal y como hoy se conoce, no llegó a León hasta prácticamente el siglo XX, concretamente en 1886, cuando el Banco de España abrió su sucursal en León. Fue el primero. Hasta entonces, a falta de una cultura del ahorro tal y como hoy se entiende, el sistema de créditos se basaba en los pósitos y en aquellas históricas casas de banca, que luego se fusionarían con las entidades financieras que forjaron la base del sistema actual leonés. Los pósitos consistían en concesiones de crédito, bien en forma de grano o de dinero, que se concedían sobre todo a los campesinos para evitar que cayeran en las garras de la usura; sistemas que derivarían más tarde en las cajas rurales y las cajas de ahorro. En cuanto a las casas de banca, tuvieron su origen en los comerciantes y familias pudientes que se dedicaban a prestar dinero a cambio de unos intereses. Tuvieron gran actividad en el siglo XIX y a principios del XX, tanto en León capital como el Ponferrada, Astorga, La Bañeza, Benavides de Órbigo y Villafranca del Bierzo. Entre las casas de banca más populares en León estuvo la de Fernández Llamazares, que se mantuvo desde el siglo XVIII hasta el XX. Conocida en sus orígenes como casa Salinas, dio lugar a una estirpe de prestamistas que protagonizarían el paso de aquellos sistemas a las fórmulas bancarias. En 1924 desapareció esta saga al integrarse en el Banco de Bilbao. Pero el primer banco privado que se instaló en León, después del Banco de España, fue el Mercantil, en 1910 (que en 1945 se convertiría en el Banco Español de Crédito). En 1923 llegó el Banco Herrero, y también el Urquijo-Vascongado, más tarde llamado Hispanoamericano. En 1924 llegaron el Bilbao y el Santander; y cuatro años después el Banco Central. Con el siglo XX se desarrollaron también las cajas de ahorros, después de casi un siglo de intentos de crear fórmulas financieras para los menos favorecidos.