Diario de León

| Crónica |

Alegato para la historia

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G. Bareño - redacción | madrid
León

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El 11 de marzo del 2004 el cuerpo de un joven de 20 años llamado Daniel reventó en la estación de El Pozo por efecto de las bombas colocadas por los autores de la matanza. Ayer, su madre se presentó en el Congreso de riguroso luto para honrar su memoria con un discurso impresionante que figura ya en la historia del Parlamento español junto a los de los más grandes oradores. Fueron apenas dos horas pero le bastaron para sacar los colores a quienes han necesitado 10 y hasta 14 para decir mucho menos. Nerviosa, rota por el dolor en ocasiones, Pilar Manjón no levantó la voz en ningún momento pese a los durísimos reproches que lanzó a unos diputados que la escuchaban entre acongojados, estupefactos y avergonzados. Hubo incluso quien no fue capaz de sostener la mirada de Pilar y quien se levantó de su asiento durante su intervención. «No nos prometan más cosas que no nos interesan, no nos den más palmadas en la espalda, no nos miren con cara compasiva», les espetó en una ocasión. La menuda figura de Manjón se fue acrecentando a medida que sus sentidas palabras helaban el corazón de todos los presentes. Y su severo alegato se convirtió en lección política cuando para finalizar, y mirando a la cara de los diputados, les dijo: «son ustedes mi Parlamento porque con el mayor dolor que pueda tener una madre, el día 14, cuando aún no me habían dado el cadáver de mi hijo, yo fui a votar». Los a menudo locuaces comisionados quedaron entonces sin palabras. Su emoción y su desconcierto quedaron de manifiesto en los eternos segundos que transcurrieron hasta que uno de los portavoces inició un tímido aplauso que poco a poco fue seguido por los portavoces de todos los grupos.

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