Diario de León

Abu Dhadha puso la primera piedra de la «yihad» en España reclutando a islamistas radicales

La célula del 11-M surgió en el 2002 de varios grupos desarticulados

El tunecino llegó de manera accidental a dirigir el comando después del arresto de sus antecesores

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Melchor Sáiz-Pardo - madrid
León

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Nueve meses y medio después del 11-M, la Unidad Central de Información Exterior (Ucie) de la policía nacional ha logrado reconstruir la génesis del grupo de terroristas que perpetró el mayor atentado de la historia de Europa. Los informes remitidos en los últimos días por la Comisaría General de Información a la Audiencia Nacional desvelan que la célula integrista se creó en octubre del 2002 sobre las cenizas de varios grupos de radicales residentes en Madrid, descabezados en diferentes operaciones del juez Baltasar Garzón. Sin embargo, los terroristas lograron reponerse de los golpes y seguir adelante con sus planes gracias a la «repesca» de terrorista huidos y a la ayuda de narcotraficantes y convertidos. Todo empezó en la segunda mitad de la década de los noventa en Madrid. El jefe de la célula española de la Al Qaida, Imad Edim Barakat Yarbas, Abu Dahdah , detenido en noviembre del 2001, había comenzado a captar adeptos radicales para la yihad . Una de las personas que cayeron en sus redes fue Amer El Azizi, que fue enviado en 1999 a los campos de entrenamiento de Al Qaida en Afganistán, según explican los informes en poder del juez del 11-M, Juan del Olmo. Azizi conectó en Afganistán con activistas de la Salafiya Jihadia, la corriente a la que pertenece el Grupo Islamista Combatiente Marroquí (GICM), autor del 11-M. A su vuelta a Madrid en 1999, reclutó a su vez a Mustafá Maymouni, inspirador de las células desarticuladas por Garzón este otoño en las operaciones Nova y que tenían como primer objetivo volar la Audiencia Nacional. Azizi y Maymouni no tardaron en poner en marcha en España su propio grupo de adoctrinamiento. Del Olmo desvela en uno de sus últimos autos que «en el año 2000 ya existía en Madrid un grupo de musulmanes seguidores de la Tabligh al Dawa », una de las filosofías más radicales del salafismo. Los informes de la Ucie aseguran esas reuniones en mezquitas, tiendas y domicilios particulares en la capital de España empezaron a asistir algunos terroristas claves del 11-M: Serhane Ben Fakhet, El tunecino , jefe de la célula y cuñado de Maymouni; Said Berraj, supuesto enlace del comando con Al Qaida y huido en la actualidad; Mohamed Afalah, autor material de la masacre y también prófugo; o Driss Chebli, uno de los activistas más destacados de la célula de Abu Dahdah. La caída de Maymouni Pese a la «constelación» de terroristas residentes en Madrid, Maymouni siguió siendo la «estrella» principal. A finales del 2001, Mustafá Maymouni viajó a Marruecos donde Al Qaida le ordenó la puesta en marcha de una célula terrorista en la región de Kenitra para cometer atentados en el Magreb y de otro grupo «gemelo» en Madrid. Fue entonces cuando los responsables de Al Qaida, en una cumbre en Estambul en febrero del 2002, dieron «luz verde» a los terroristas que vivían en Europa para atentar en «sus países de residencia» y no limitarse únicamente a enviar activistas a «lugares donde existiera conflicto abierto con el Islam, como Chechenia, Cachemira, Afganistán, Bosnia o Irak». «Una vez creada la célula de Marruecos, Maymouni vino a España e inició, en octubre del 2002, la creación de su grupo en Madrid, tal y como ya había hecho en Kenitra», explica uno de los documentos en poder de Del Olmo. Mustafá Maymouni, obviamente, recurrió a sus reuniones de exaltación de la yihad para reclutar «mártires». Unos encuentros en los que ya participaba habitualmente Rabei Osman, Mohamed El Egipcio , uno de los presuntos «cerebros» del 11-M. Sin embargo, el acoso policial iba a echar por tierra la imparable carrera de Maymouni. El cabecilla terrorista, que ya barajaba la idea de atacar España como castigo a su participación en la guerra de Irak, volvió en febrero del 2003 a Marruecos para dirigir personalmente la célula de Kenitra, que ya había atentado en Larache, pero fue detenido por las fuerzas de Seguridad del país vecino. Driss Chebli tomó el relevo de Maymouni al frente del grupo de Madrid, pero en junio del 2003 fue capturado por orden de Garzón, acusado de pertenecer a la célula de Abu Dahdah. Las caídas de sus jefes llevaron, de manera accidental, a El tunecino a la dirección de la acosada célula de Madrid. Serhane el tunecino, apenas tomó la riendas del grupo en junio del 2003, se fijó como objetivo despertar del letargo a sus compañeros para perpetrar el gran atentado terrorista del que tanto tiempo llevaban hablando. En cuestión de semanas, El tunecino reactivó el grupo con savia nueva: cuatro de los suicidas de Leganés, los hermanos Oulad, Abdennabi Kounjaa y Anuar Asri Rifaat, se unieron a su comando. El jefe ya consolidado de la célula siguió incorporando a su proyecto a toda suerte de radicales que en verano del pasado año vagaban por Madrid vigilados muy de cerca por la policía: el ex preso del GIA Allekema Lamari, séptimo suicida de Leganés; Jamal Ahmidam, El chino, un traficante de drogas convertido al salafismo durante su estancia en una cárcel de Marruecos; o Jamal Zougam, un viejo colaborador de Abu Dahdah y de los terroristas de Casablanca. Para finales del 2003 el comando que cerca había estado de desaparecer meses antes ya estaba listo para atentar; sólo le faltaba cerrar la compra de explosivos en Asturias. El tunecino había transformado las cenizas de Madrid en la punta de lanza del Grupo Islámico Combatiente Marroquí, una difusa trama dirigida desde Bélgica y Francia por Hassan El Haski, el cabecilla terrorista detenido en Lanzarote.

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