Diario de León

Cuando el hábito ayuda

Anoche aún quedaban 105 pueblos incomunicados con cerca de 6.000 afectados; mientras, sus vecinos viven resignados la situación con leñeras y arcones bien repletos para aguantar

Una anciana camina con su pala tratando de abrir camino en los alrededores de su casa en Pajares

Una anciana camina con su pala tratando de abrir camino en los alrededores de su casa en Pajares

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León

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En Salce tendría que haber llegado, como cada mañana temprano, el panadero de Riello. También el médico, como cada lunes, debería haber pasado consulta. Pero este pueblo -a más de 1.200 metros de altitud- y con 80 habitantes es uno de los casi 240 núcleos (casi 15.000 vecinos afectados) que ayer a mediodía estaban incomunicados. Al final de la jornada, se redujeron a 105 pueblos en la provincia, con 5.722 vecinos aislados. Una vecina de 37 años con dos niños, que se dedica con su marido a la ganadería, relata que para llegar a la cuadra y alimentar la cabaña deben escalar a través de la montaña de nieve y que salir de casa es prácticamente imposible. Los niños ahora no tienen clase, así que por ese lado está tranquila. Y las provisiones en casa de Araceli tampoco faltarán, acaban de hacer la matanza. Benedictina Álvarez vive sola en Cuénabres (Burón), donde también se hallan incomunicados. A los panaderos que llegan al pueblo de Riaño y Boca de Huérgano hace ya un par de días que no se les ven. «Aquí estamos acostumbrados a estas situaciones y estamos preparados con todo lo imprescindible», asegura resignada esta mujer de 69 años. La quitanieves pasó por su pueblo, aunque de nada sirvió ante la ventisca y las nuevas nevadas. Sus vecinos se preocupan por ella, quieren saber si le falta algo. Con leña bien prepada Con 61 habitantes, Senra -en Murias de Paredes- vivió también este temporal aislado. Una de sus vecinas, Alvarina Álvarez, está tranquila. «Estamos bien surtidos, con leña cortada, carbón y los vecinos me preguntan además si necesito algo». Con más de 80 años y achaques dice que no está para salir a la calle, donde hay más de dos metros de nieve en alguno de los rincones de su población. Lo que más le inquieta siempre en estas situaciones es si alguien se pone enfermo. Tiene suerte porque el panadero de la zona, justo tiene el obrador en Senra, pero vive a dos kilómetros, aunque cree que llegará. Peor lo tiene Piedad, quien con 89 años vive sola y ni siquiera puede abrir la puerta de su casa totalmente taponada por la nieve. En su pueblo, Valdorria (Valdepiélago), sólo viven 22 habitantes «Es de miedo lo que ha nevado, me paso el día sentadina al lado del fuego sin compañía». La anciana no puede ni siquiera ver la tele ni escuchar la radio. Al cuello lleva colgada la alarma de la teleasistencia y en caso de que le suceda algo podrá pulsarla y desde La Vecilla acudirán a atenderla.

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