| Crónica | La semana política |
Comienza el año más vertiginoso
Un debut de lujo, el referéndum sobre la Constitución Europea, y las elecciones en Galicia y el País Vasco marcarán la clave política
Abróchense los cinturones de seguridad política porque comienza el 2005, seguramente el año con más vértigo desde 1977 cuando España celebró las primeras elecciones democráticas desde la Republica. Nadie sabía entonces lo que saldría de las urnas, aunque la derecha centrista de Adolfo Suárez esperaba ganar y ganó. Pero no se adivinaba que el PSOE del joven Felipe González se situaría ya como alternativa de poder. O que el PCE de Santiago Carrillo obtendría más diputados que la Alianza Popular de Fraga que acudía a las urnas invocando la obra de Franco. Baste decir que el ex presidente del Gobierno Carlos Arias Navarro era candidato en sus listas por Madrid y no salió elegido como senador. Murió al poco tiempo corroído por la idea de que había estado gobernando un país que no conocía. Se dibujaba el 2005 como año de transición después del vuelco electoral del pasado marzo que llevó al PP a la oposición: un año para desgastar a Zapatero, según unos, o para que se consolide, según otros. Pero será mucho más que eso, que ya es bastante, porque nadie sabe que pasará en Euskadi y en consecuencia en España si, con el plan Ibarretxe aprobado, el PNV gana por mayoría absoluta. Ni quien gobernará en Galicia dado que al PP le dan mejor las encuestas sin Fraga como candidato. Ni se adivina a estas alturas los derroteros que tomarán las cosas en Cataluña -y en consecuencia en el Gobierno de Madrid- si Esquerra Republicana sigue amenazando a Zapatero con retirarle su apoyo. Ni si Mariano Rajoy resistirá un eventual resultado negativo para su partido en Euskadi y, lo más grave, en Galicia. Así que con incógnitas fundamentales en los tres territorios históricos y remitiendo todas ellas a España y su Gobierno, y a los dos principales líderes políticos del país, el vértigo parece garantizado. «No sé si los vascos son conscientes del lío en que los mete Ibarretxe», sostiene un alto directivo bancario. Su teoría, compartida por algunos patronos de empresa, es que los catalanes le han visto las orejas comerciales al lobo con el episodio de Carod Rovira y el boicot al cava y que el empresariado vasco debe reaccionar. «Fuera de España significa fuera de la Unión Europea y con boicot garantizado para un futuro ingreso», sostienen los empresarios consultados. «Eso significa un país más próximo a Albania que a España o Francia», afirma el más radical de ellos. En su día Mijail Gorbachov, como probablemente recuerden los lectores de Diario de León, ya comentó a este cronista su posición: «Si el Pais Vasco o Cataluña consiguen la independencia, se generará una ola de secesiones en todo el mundo y Naciones Unidas pasará de doscientos a ochocientos países miembros. Esto será ingobernable». Pero la situación política de fondo reflejada en esas opiniones no es lo que se discute. Aquí estamos en el regate corto de si Zapatero tiene que recibir o no a Ibarretxe, o si la vía de discusión es parlamentaria o judicial. Ha reaparecido el dúo Acebes-Zaplana frente a Mariano Rajoy al que se le supone mayor visión de estado para afrontar la situación. Y en Esquerra, Puigcercós, habitualmente más atinado que Carod Rovira, ha salido amenazando al Gobierno. Zapatero le ha quitado importancia porque para dramatizar ya hay otros pero están mal informados -o no dicen la verdad- los que interpretan esa actitud como «flojera presidencial». Hay que saber que en el PSOE se empieza considerar si no se acerca la hora de rehacer pactos con CiU, lo que supondría remodelar el gobierno de la Generalitat. «Lo que hay que hacer ante todo es seguir gobernando y afrontar los problemas uno a uno aunque la oposición se altere», sostiene tranquilo José Montilla, probablemente el ministro más político del Gobierno Zapatero. Montilla comenta a Diario de León que es normal que cuando un partido pierde el poder, como le ha pasado al PP, se radicalice para cohesionar a los suyos pero esa radicalización le hace perder votos. «Y lo dicho vale también para la izquierda en las mismas circunstancias», concluye. «Gobernar y no meterse en líos innecesarios», que ya bastantes trae la vida, es la receta de Montilla al que trató de visitarle recientemente el ministro norcoreano de Comercio, su homólogo, y le respondió amablemente que no tiene fechas libres hasta dentro de varios años. Seguro que algún otro ministro hubiera picado el anzuelo dada la inexperiencia exhibida. Sólo nos faltaba ese viaje después de la visita del venezolano Chaves, los patinazos de Moratinos, la reanudación de relaciones con Cuba y otros episodios. Este año el vértigo lo traerán sin duda los «episodios nacionales» porque la economía va relativamente bien y la Bolsa ha terminado el 2004 mejor que nunca. Y todo comenzará después del 20 de febrero, fecha del referéndum que Zapatero igual se podía haber ahorrado. Pero ganará el «sí» porque cada vez los promotores del «no» son menos -Convergencia se ha pasado al voto afirmativo- y más confusos. «Es importante encontrar promotores del «no» para debatir y dar razones -declara a Diario de León el presidente del Movimiento Europeo, Carlos Bru- pero me pusieron enfrente a un profesor que iba contra esta Constitución y salí de allí sin descubrir si era un hombre de extrema derecha o de extrema izquierda». Las citas difíciles serán por tanto en mayo -Euskadi- y en octubre, con Galicia como escenario. Más todas aquellas que todavía no están marcadas en la agenda. Atentos.