| Crónica | La semana política |
Mariano Rajoy toma el mando
El giro del PP desde la acidez habitual a las palabras constructivas de Rajoy da la impresión de que el presidente del partido, por fin, ha tomado el mando de la nave. No era esa la sensación hasta ahora porque el dúo Acebes-Zaplana marcaba el tono de confrontación por encima de lo que se suponía que podía estar pensando Mariano. Pero lo cierto es que en unas horas muy apretadas Rajoy reunió a la cúpula popular, se presentó en Moncloa al día siguiente de la visita de Ibarretxe y acordó con Zapatero una comisión para buscar acuerdos en asuntos tan delicados como los constitucionales y estatutarios. Y la sorpresa: a la salida manifestó que la larga reunión había sido «muy positiva». Hay que rebuscar mucho y muy atrás en las hemerotecas para encontrar en boca de un dirigente popular el calificativo de «positivo». La crónica política de las próximas semanas nos confirmará si por fin el PP trata de tomar una senda centrista o si vuelve al gusto por la crispación que favorecía su aislamiento. Es la batalla interna entre marianistas -Piqué y pocos más con Ruiz Gallardón a su manera- y aznaristas liderados por Acebes. Es la eterna pugna entre el centroderecha y la derecha sin contemplaciones. O, en términos más coyunturales, entre el PP que quiere recuperar el poder desde la moderación o el PP con las heridas abiertas por el desalojo inesperado del Gobierno. El plan Ibarretxe, que no tiene más objetivo final que obtener la mayoría absoluta para el PNV en las elecciones del próximo mayo, habría servido a Rajoy como el acontecimiento sobre el que apoyar la recuperación de la iniciativa. Después de unos días de acidez declarativa contra Zapatero, alguien se ha percatado de que el presiden-te -que corre sin embargo un gran riesgo- había conseguido imponer un estilo de liderar la crisis en vez de declarar la guerra como se le pedía: algo así como «hablemos si lo desea porque aquí se dialoga pero no se negocia nada, ni se va a tolerar referéndum alguno». Un empresario catalán que presidió la Cámara de Comercio Hispano-alemana comenta a Diario de León: «Mi confianza en Zapatero no es política. Se basa sólo en su eficacia porque ganó en su partido en contra del aparato y ganó después las elecciones. Si es capaz de ganar el pulso a Ibarretxe manteniendo formas correctas y firmeza de fondo, muchas personas confiarán en él». La difícil tarea de ZP Pero Zapatero lo tiene difícil, como cualquiera en su lugar. El «frentismo» españolista contra el PNV ya fracasó en las urnas conducido por Mayor Oreja y apoyado por Nicolás Redondo. Por ahí mal. El entreguismo a las exigencias de Ibarretxe, se-ría otro desastre. Aunque parezca absurdo decirlo, lo único posible en estas circunstancias es hacer política y huir de situaciones excepcionales. Y política parece que quiere hacer hasta Herri Batasuna según su última declaración aunque su voluntad de diálogo queda empañada por el episodio del Parlamento Vasco en el que Otegui aprobó el Plan Ibarretxe leyendo una carta de Josu Ternera, parlamentario fugado y supuesto número uno de ETA. Quien tiene dificultades adicionales en esta guerrilla es Izquierda Unida porque buena parte de su organización en Madrid, Andalucía y Valencia no acepta que sus correligionarios vascos votaran a favor de Ibarretxe. En el País Vasco IU toca poder pero al coste de perder concejales y diputados en el resto de España. El referéndum de Aznar El aluvión informativo por el Plan Ibarretxe amenaza con sepultar el debate sobre la Constitución Europea que debe ratificarse el 20 de febrero en un referéndum que no se ha inventado Zapatero, como se creía, sino que fue ya programado por Aznar, dato que desconocen incluso muchos dirigentes en su partido. Diario de León ha sabido que este referéndum iba a celebrarse el 13 de junio pasado coincidiendo con las elecciones al Parlamento Europeo. El Gobierno Aznar había elegido la fecha con buen sentido. Incluso se ha podido comprobar que en el Ministerio del Interior existe constancia de partidas reservadas para la publicidad institucional para ese fin y para esas fechas. Lo que falló fue la Constitución que no estaba lista entonces. El día de hoy, a cinco semanas del referéndum, debería marcar un punto de inflexión porque cualquiera que compre un diario en España recibirá un texto del Tratado. Distintas empresas y entidades banca-rias van incorporando folletos de difusión de la Constitución en sus envíos postales y día a día aparecen nuevas asociaciones, entidades y plataformas de signo europeísta. Los más callados curiosamente son, hasta ahora, los partidos políticos y no así la derecha mediática más rancia que ha comenzado incluso a descalificar a algunos de los artistas y futbolistas que se prestan con su imagen a apoyar el «Sí a Europa». «Lo que sucede es que la derecha española nunca fue europeísta sino atlantista con la excepción de democristianos y liberales -Gil Robles, Ruiz Jiménez o Satrústegui- y la derecha moderna catalana representada por Ferrer Salat y Molins», comenta a Diario de León Nicolás Sartorius. «Salvo las excepciones que haya que hacer, la derecha española -remata Sartorius- está en la línea que estuvo Franco en su época, como amigo de los Estados Unidos y muy an-tieuropeo. Esa derecha es hoy todavía muy antifrancesa». Con ese escenario revuelto, Zapatero aprovechó en el Congreso para presentar la Constitución Europea como un cinturón de seguridad ante la tentación de secesionismo. Un alto directivo de una telefóni-ca comenta: «Admito que esta frase ha movilizado mi voto porque yo estaba muy frío».