El sumario revela que el domicilio de Allouch se convirtió en el nexo entre los grupos radicales
El 11-M se gestó en las mezquitas, bares y domicilios de islamistas en Madrid
El Tunecino eligió y adoctrinó a los «mártires» en esas reuniones, en las que exaltaban la «yihad»
Eran reuniones en casas particulares, en mezquitas y en locales comerciales de Madrid. Aquellos encuentros realizados entre el 2001 y el 2003 sirvieron al instigador de los atentados del 11-M, Serhane Ben Fakhet, El tunecino , para descartar a los integristas que no veía suficientemente convencidos y elegir entre sus acólitos a los mártires que iban a perpetrar la matanza. Los centenares de folios de declaraciones de los detenidos -incluidos en la parte del sumario desclasificada por el juez Juan del Olmo- están salpicados de continuas referencias a estas reuniones. Las confesiones del imputado ante el juez y la policía revelan a un Serhane Ben Fakhet obsesionado por la yihad y por llevar esta «guerra santa» hasta España como «castigo» a su participación en la ocupación de Irak. Una de las declaraciones más ilustrativas es la de Abdelouahid Berraj, el peluquero socio de Jamal Zougam, que prestaba su comercio de Lavapiés para las ceremonias de purificación con agua de La Meca. Berraj explica que El tunecino y sus compañeros utilizaban cualquier motivo que reuniera a unos cuantos musulmanes para captar muyahidines . Incluso una reunión para celebrar el nacimiento de un bebé servía para hacer proselitismo: «Al principio el imán leyó versículos del Corán, luego empezó a hablar de religión y sobre cosas de la yihad y la formación de muyahidines en Palestina», confiesa Berraj. Las enseñanzas en aquellas reuniones eran siempre en idéntico sentido: «tienes que ser musulmán, fuerte, no fumar, no tomar drogas, ir al gimnasio y rezar como Dios manda cinco veces al día. Y cuando tengas fuerzas y sea capaz para hacer la yihad en Palestina u otro país en el que los hermanos musulmanes necesiten ayuda, marcharte», señala el peluquero. Abu Dahdah y la nueva célula El socio de Zougam también admite haber participado en uno de los famosos encuentros en el domicilio Faisal Allouch en Villaverde Bajo, la casa que terminó por convertirse en el nexo de unión de todos los grupos radicales establecidos en Madrid, entre ellos la red de Abu Dahdah o la célula que pretendía volar la Audiencia Nacional. Berraj dice que nunca volvió a ser invitado a aquellos encuentros en los que eran habituales los suicidas del 11-M por ser considerado un «mal musulmán», por «fumar, beber alcohol e ir con mujeres». El tunecino se esmero en tejer una red de reuniones para buscar mártires. Otro de los detenidos, Fouad el Morabit, refiere en sus declaraciones multitud de encuentros con los hombres de confianza del jefe del 11-M en la mezquita de la M-30, en la de Estrecho, en la Delicias, en restaurantes de Lavapiés... Serhane Ben Fakhet no ocultaba su intención de atentar en Madrid. Es más, en los encuentros integristas en los que buscaba adeptos se refería una y otra vez a sus planes como forma de atraer a futuros activistas. El Morabit asegura que no participó en muchas aquellas sesiones, pero que el rumor en los círculos islámicos radicales madrileños se había extendido: Serhane «preparaba algo fuerte», «algún atentado u homicidio». También Basel Ghalyoun, el sirio al que dos testigos sitúan en los trenes de los atentados, proporciona mucha información sobre aquellos encuentros. Ghalyoun, que siempre ha negado haber participado en la masacre, sí que reconoce ser un habitual de los encuentros de adoctrinamiento en casa de El tunecino en el Parque de las Avenidas y en el domicilio de los hermanos suicidas Oulad en el barrio de Chamberí. «Serhane siempre hablaba de este tema, siempre hablaba de la yihad. Para él, un buen musulmán era el que hacía la yihad (...) Decía que era mejor musulmán que nosotros y que iba a cometer un atentado», recuerda Ghalyoun las palabras de El tunecino en verano del 2003, durante un encuentro en la casa del líder del 11-M.