Diario de León

Arsenio Tascón, natural de Orzonaga de 75 años, trabajó para comer hasta el verano pasado, cuando le abandonó la salud

El único «niño de la guerra» leonés que sigue en Rusia vive enfermo con 19 euros

La casa que comparte con su mujer se quedó sin calefacción y sólo tienen un infernillo

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Juan Vázquez - león
León

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«Este país loco ahora. Hombres sólo buscan dinero para comer o para tener más. Tienen ojos verdes como dólar», relata en un castellano muy básico Rimma, la mujer de Arsenio Tascón, el único niño de la guerra leonés que aún vive en Rusia. Tascón, un ingeniero de caminos de 75 años natural del pequeño pueblo de Orzonaga, en Matallana de Torío, estuvo en León en el verano de 1992 para intentar volver con su familia, pero después de muchos trámites y promesas de los políticos, tuvieron que volver a Moscú sin que ni siquiera se le reconociera su nacionalidad española para poder buscar un trabajo. «¡Boludo! ¿Cómo va a renunciar a su nacionalidad un niño de siete años?», relataba entonces que le respondió a un funcionario del Ministerio del Interior cuando le dijo que los niños de la guerra habían renunciado a su nacionalidad al salir de España. Hoy ya no se puede ni poner al teléfono, y Rimma relata la precariedad de su salud y de sus condiciones de vida en una vieja casa de dos habitaciones de Moscú y con una pensión de 700 rublos al mes, que al cambio apenas suponen 19 euros. «Este invierno muy malo, muy frío, y ya no calefacción. Compramos una de aceite», explica. Arsenio fue evacuado por los soldados soviéticos de las Brigadas Internacionales cuando el frente nacional iba a llegar a la montaña leonesa. Primero fue a Asturias, luego a Barcelona y después a un campo de concentración francés, desde donde su madre, Julia, se exilió a Uruguay acogida por unos amigos de la familia y él fue embarcado, junto a otro millar de niños, rumbo a Rusia para un asilo que iba a ser provisional, pero que en su caso ya se teme como definitivo. Intento fallido y vuelta a Rusia A su madre, fallecida hace unos años, no la volvió a ver más que una vez en el año 59, y su padre, que combatió con la República, se exilió después de la Guerra Civil en Francia, donde poco después luchó junto a los aliados en la Guerra Mundial, sin que volvieran a tener noticias. Después de fracasar en 1992 su intento de cumplir su sueño de volver a España y reagrupar en su tierra a toda la familia, Arsenio Tascón y su mujer, Rimma, volvieron a Moscú, donde él siguió trabajando, y lo hizo hasta el verano pasado, cuando ya con 75 años la salud no le permitió seguir con el empleo que consiguió en una agencia turística gracias a su dominio del castellano y su don de gentes. En una situación límite «Mayor para trabajar, pero necesitamos para comer», relata su esposa, de 70 años, que cuando puede hace alguna labor como costurera. Rimma explica que una sola persona necesita al menos 3.000 rublos en Moscú sólo para comer, y ellos cobran 700, unos 19 euros mensuales. Al preguntarle si reciben algo del Estado español, responde «Niet. Nada España. Ahora dicen igual en marzo, pero Arsenio ya no va a costar mucho a España. Él tiene 75 años, pero otros españoles tienen hasta 80 y más. Tampoco van a costar mucho», ironiza. La hospitalización de Arsenio en un país sin Seguridad Social y su incapacidad para seguir trabajando, unido a la acelerada inflación en Rusia, acabaron con los pocos ahorros de la pareja. «Ya no dinero. Precios aquí suben cada día», lamenta Rimma. El hijo de Arsenio, «Andresito», como le llama su madre, tampoco puede hacer gran cosa por ellos -«Él tiene su familia», justifica- y hace tiempo que no tienen contacto con sus parientes de Orzonaga, a quienes recuerdan con mucho cariño por los esfuerzos que hicieron en 1992 cuando intentaron quedarse en España: «Muy, muy buena gente», enfatiza Rimma, la esposa del último niño de la guerra leonés que sigue en Rusia después de casi setenta años de un exilio que iba a ser provisional. «Arsenio tiene 75, pero otros españoles hasta 80 y más. Ya no le van a costar mucho a España» «Este invierno es muy malo, muy frío y ya no tenemos calefacción. Compramos una de quemar aceite» RIMMA Esposa rusa de Arsenio Tascón

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