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El primer mitin de la campaña de Ibarretxe

El PNV ha explotado desde 1998 la dinámica proyecto secesionista / incertidumbre terrorista / elecciones, y lo seguirá haciendo los próximos años

Publicado por
Javier Armesto - redacción
León

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Ha acaparado la primera página de los periódicos, los telediarios y las tertulias políticas. Ha conseguido que el Congreso le dedique una sesión extraordinaria y cambie incluso sus reglas para ofrecerle un turno de réplica. Se ha presentado como adalid del diálogo y víctima de la imposición es-pañolista. Si alguien piensa que Juan José Ibarretxe ha salido derrotado tras la votación de ayer no puede estar más equivocado. Du-rante el último mes, desde la aprobación de su plan por el Parlamento vasco el 30 de diciembre, la vida política española ha girado en torno al País Vasco, una comunidad que representa el 1,4% de la superficie española y el 4,9% de su población. Y lo seguirá haciendo. Arma electoral El plan Ibarretxe es ahora mismo un arma electoral, como reconocía al Diario de León el presidente del PNV, Juan José Imaz: «Vamos a presentar a la sociedad vasca este plan como programa en mayo». El propio Ibarretxe dio ayer el primer mitin de las autonómicas al presentar el rechazo de PSOE y PP a su proyecto como una reedición de la ofensiva constitucionalista «contra los vascos». Eso no pasa desapercibido para el votante nacionalista, como ocurrió en el 2001, y el lendakari se apresta a movilizar a su electorado. Al mismo tiempo -y con la excusa de mostrar las bondades del autogobierno que se propone incrementar-, dedicó una parte de su discurso a ensalzar el nivel de desarrollo social y económico alcanzado por el País Vasco en los últimos años. Pero el horizonte del plan no se agota en los comicios. Imaz explicaba cuáles serán los siguientes pasos: volver a plantear la negociación, explorar todas las vías (con posibles recursos en los tribunales) y al final, muy al final, convocar una consulta sobre el plan. Algo para lo que se autoimponen la premisa del fin de la vio-lencia, una condición que saben perfectamente que es muy difícil de cumplir. Pero no importa. El obje-tivo no es otro que seguir protagonizando el debate político nacional, mante-ner vivo el llamado «con-flicto vasco», como si los problemas del resto de las autonomías fueran temas menores. La presidenta de Eusko Alkartasuna, Begoña Errazti, aseguraba, también en conversación con Diario de León, que «esto va para largo». En el camino del plan Ibarretxe, además, no sólo hay piedras políticas. Otros obstáculos contribuirán a dilatar el debate: el terro-rismo de ETA, la oposición de los empresarios vascos, el encaje del proyecto en la legislación comunitaria... Rajoy se refirió ayer a este último aspecto al revelar que el estatus de libre adhe-sión a España invocado por el lendakari es un «aderezo retórico» para garantizar la permanencia de Euskadi en la UE. Sobrados Curiosamente, mientras el resto de España se hace de cruces ante el el desafío nacionalista, en el País Vasco lo ignoran, cuando no se ríen abiertamente. Con una renta por habitante quince puntos por encima de la media europea, una tasa de paro dos puntos por debajo de la española y envidiables indicadores industriales, sociales y ur-banos, los vascos pueden permitirse pensar en la autodeterminación. Desde hace unos años, las quejas de buena parte de la población vasca se dirigen hacia la masiva llegada de inmigrantes de países sud-americanos (ecuatorianos y peruanos, principalmente). El consejero de Asuntos Sociales, Javier Madrazo, reconoce que la xenofobia es «preocupante». Y esta inmigración, más difícil de asimilar que la de los años 50 y 60, supone otro de los escollos del plan Ibarretxe. Pero no importa. Cuanto más largo y tortuoso sea el camino, mejor.

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