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Lucha contra la indiferencia

Rajoy traslada al Gobierno la responsabilidad de movilizar a los votantes, tras una anodina semana de mítines por el «sí» que ha levantado el fantasma de la abstención Otros det

Mariano Rajoy, ayer, durante el mitin que ofreció en la Comunidad Valenciana

Publicado por
D. Roldán / P. Allendes
León

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Después de una semana de mítines, socialistas y populares han topado con su peor adversario: la indiferencia de los electores ante el referéndum de la constitución europea. La espada de Damocles de esta campaña es la abstención y ni los más optimistas se atreven a hacer un pronóstico sobre la afluencia a las urnas el próximo día 20. Los dos partidos mayoritarios quieren evitar un descalabro de participación, aunque la preocupación es menor en el PP. De hecho, Mariano Rajoy se desentendió hoy del resultado al considerar que debe ser José Luis Rodríguez Zapatero quien haga «el mayor esfuerzo para movilizar a la gente y que voten lo que él quiere». Por primera vez en esta campaña, el líder 'popular' admitió de forma clara que no se sentirá afectado por una baja participación, pues, a su juicio, ésa es una responsabilidad que debe asumir quien hace la convocatoria, es decir, el Gobierno. Rajoy se adelantó a las críticas que esta afirmación pueda provocar y en una comida-mitin que celebró en Xátiva (Valencia) trató de poner el parche antes de la herida. «Soy el presidente del PP», dijo, «y yo voy a votar que 'sí'». Un claro mensaje que quiso hacer llegar al presidente del Ejecutivo, al que también pidió que sea «generoso» y reconozca el «esfuerzo» que el principal partido de la oposición está haciendo a favor del «sí» en el referéndum. La campaña por el «sí» se ha convertido en una prueba de movilización de las masas. El objetivo del PSOE es convocar al electorado más fiel, al que acude a sus mítines. De momento, este público no ha fallado y los militantes han llenado los polideportivos y auditorios. Eso sí, todos los locales han rondado las mil personas de aforo. Se acabaron -al menos, por estos comicios- los grandes pabellones para hacer hincapié en un objetivo claro: el militante de base debe ser el encargado de arrastrar a los demás a las urnas. El PP, por su parte, está realizando una campaña en petit comité . Ni escenario, ni pabellones o auditorios. Los populares decidieron apoyar el «sí» de una forma más íntima y han elegido locales de cien o doscientas personas, sin movilizar toda la parafernalia típica de unas elecciones. Sólo unos carteles y el eslogan del referéndum. El pacto tácito de no agresión durante la campaña entre los dos principales partidos nacionales ha sido papel mojado, aunque los socialistas han recibido la consigna de centrar el discurso en el referéndum, sin tocar los temas domésticos. Sólo Rodríguez Zapatero se saltó esta premisa. El secretario general del PSOE se permitió las licencias de exigir más intensidad al PP para evitar que se «enfríen los ánimos» de la ciudadanía y de criticar veladamente a la Iglesia por su postura ambigua ante el referéndum. Unas críticas que llevaron a Mariano Rajoy a reprochar a Zapatero que su campaña está «muy mal» dirigida porque genera «dudas» en una gran parte del electorado, pues no puede pedir el voto a millones de ciudadanos y, al mismo tiempo, «agredirlos» . En la «caravana» del PP la constitución ha pasado a segundo plano y ha primado la actualidad de la política nacional a la consulta popular. Las críticas al Gobierno se han sucedido. Los dirigentes populares han criticado la tibieza de los socialistas ante la negativa de sus socios de gobierno (ERC e IU) de apoyar el Tratado y han reprochado al Gobierno la falta de información que tienen los españoles sobre lo que tienen que votar el 20 de febrero. Rajoy recomendó ayer una vez más a Zapatero que deje «tranquilo» al PP y le encomió a que, a cambio, dedique su tiempo a convencer a sus socios «radicales» para que cambien de posición.

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