De la Vega: «El tratado es una vacuna contra el nacionalismo exclusivo»

La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, afirmó ayer que Constitución y la Unión Europea son una «vacuna» contra «los viejos demonios europeos de la guerra y las pulsiones autodestructivas de la intolerancia, el nacionalismo exclusivo y la autoafirmación agresiva». Así lo puso de manifiesto la vicepresidenta del Ejecutivo en la conferencia inaugural de unas jornadas sobre la Constitución Europa, organizadas por la Fundación Pablo Iglesias. Destacó que ser europeo no es un estado beatífico y consideró que un parón significaría un fracaso colectivo, que «podemos y debemos evitar». Alertó de que el voto negativo o la abstención el próximo día 20 tiene un «precio muy elevado», que paralizaría la dinámica europea y dejaría en funcionamiento el Tratado de Niza, con sus «soluciones insatisfactorias». Vocación institucional Durante su intervención, tras ser presentada por Alfonso Guerra, presidente de la Fundación Pablo Iglesias, la vicepresidenta del Gobierno resaltó que la Constitución Europea es «un buen compromiso, un texto con una firme vocación constitucional y un paso adelante en el proceso europeo». Sobre ese proceso de construcción europea, afirmó que «frente a la maldición del viejo topo, la estamos haciendo con materiales nuevos», y por primera vez «la tradición de todas las generaciones muertas no pesa como una pesadilla en la mente de los vivos», contradiciendo una cita célebre de Marx.