«No es cierto que no queramos atender a chicos marginales»

Las asociaciones de colegios privados rechazan de plano la imagen que pretenden vender de ellos los sindicatos de la pública al acusarlos de centros elitistas que rechazan a alumnado con problemas, ya sean de conducta o de integración etnica o social. De cada unidad escolar de veinticinco plazas, al menos dos deben reservarse directamente a la discreccionalidad de la Administración, para escolares con problemas de cualquier tipo: de familias inmigrantes, de otras locales, pero desestructuradas y con riesgo de conflictividad, o, simplemente, que precisan facilidades de integración social por deficiencias físicas o mentales. La única paradoja es que los centros públicos suelen tener más profesorado de apoyo y mejor pagado, algo que para los privados es un lujo, y que éstos últimos suelen resolver con una mayor dedicación que, a menudo, excede a los horarios de trabajo habituales, da igual en qué nivel de enseñanza o edad del alumnado.