El Partido Popular teme la España del «no»
Zapatero y Rajoy se esfuerzan para que quede clara su posición del «Sí a Europa» ante su electorado, sus socios continentales y ante la historia. A ellos no los pillarán en falta
La semana previa al referéndum de la Constitución Europea, promete tensión electoral y carreras para hacer los deberes europeístas. Y la siguiente será la de las notas incluso para los no presentados. Tiene razón José Borrell, presidente del Parlamento Europeo, cuando dice que «cuidado con los referendos, los carga el diablo». Pueden chamuscar a los gobiernos que los convocan pero también a los líderes políticos que los combaten o los ignoran. Quizá por eso, Zapatero y Rajoy, que pasan por ser los más listos de la clase se esfuerzan para que quede clara su posición de «Sí a Europa» ante su electorado, sus socios continentales y, sin ánimo de solemnizar, ante la historia. Saben que después del 20-F comenzará la disección de resultados por comunidades y provincias. A ellos no los pillarán en falta. No hay que salir de España para haber aprendido la lección. Al día siguiente del referéndum de la Otan en el que nos metió Felipe González innecesariamente, los americanos movieron sus piezas en Madrid especialmente entre el empresariado. A los pocos meses Fraga tuvo que dimitir de sus aspiraciones en la política nacional. Como caballo de raza que es, se refugió en Galicia y así ha sobrevivido por lo menos 16 años cuando se le daba por desahuciado. Rajoy que lo sabe, no quiere que los líderes europeos, le cierren el paso al futuro y hace una campaña nítida al grito de «Estamos por el sí a Europa ¿se entiende?». Se le entiende muy bien. Sorprende, no obstante, que su número dos, Angel Acebes, ande cultivando con tanto esmero el extremo del jardín popular colindante con la extrema derecha. Acebes emite un mensaje confuso que, convenientemente decodificado, recuerda algo a la consigna «no». Y al PP le vendría muy mal incorporarse a la España del «no» en la que Carod Rovira comparte consigna con unos cuantos obispos ultraconservadores, que por cierto se desmarcan de la sutileza vaticana más bien inclinada por el «sí a Europa», y con una amalgama política de difícil clasificación. Menos mal para el PP que, además de Rajoy y quienes le siguen sin matices, cuenta con personalidades como el eurodiputado Iñigo Méndez de Vigo, uno de los redactores de esta Constitución Europea que despierta admiración en cada mitin. Nadie acierta a comprender porque el PP tiene semiescondida a gente de tanta valía que este referéndum ha permitido aflorar. «Si ganara el 'no', cosa que yo no deseo -dice el eurodiputado- España quedaría mal, digamos que aparcada, y su Gobierno debilitado en Europa en el momento en el que tiene que negociar en los próximos meses el futuro de las ayudas estructurales. Nos iría muy mal como país y, aunque haya cosas de este texto mejorables y algunos errores de este Gobierno,. conviene fortalecer la posición española votando sí». También se le entiende muy bien. Ayudas europeas En cambio a Fraga, Herrera y a otros dirigentes del PP mucho menos, porque si Galicia y Castilla y León pertenecen a las regiones que exigen la continuidad de las ayudas de Europa, la peor forma de pedirlo es con una alta abstención, prevista especialmente en ambos casos. De Manuel Fraga, no obstante, fuentes del PP de Madrid, esperan que todavía haga un gesto esta semana llamando seriamente a la participación. ¿Por lo del referéndum de la Otan?, se les pregunta. La respuesta es rotunda: «No, porque Fraga ganó en Galicia venciendo a la abstención tradicional, equiparando el concepto abstención al concepto traición. Y en vísperas de unas elecciones gallegas difíciles, una polémica en torno al grado de europeísmo mostrado, sería muy incómoda». Consultada la hemeroteca de aquella primera campaña gallega en la que Fraga dio la vuelta a la situación, efectivamente, existe una retahíla de comparaciones fraguistas entre abstención y traición que si se las publicaran ahora junto a sus últimas divagaciones sobre el derecho a abstenerse, resultarían muy chocantes. La conversación con los analistas del PP aterriza en Ourense y en Baltar, campeón de España en participación popular de su provincia en las elecciones europeas del pasado 13 de Junio. A Baltar también le medirán de forma especial el esfuerzo en este referéndum porque el mismo se puso el listón muy alto en vísperas de su amago de espantada. Entretanto en la izquierda, ha impactado el anuncio del «sí» por parte de Santiago Carrillo. Pero sobre todo impacta la narración de una respuesta de Carrillo a un viejo militante comunista que le pedía consejo ante el referéndum de la Constitución española de 1978. «Es verdad que no proclama la República como queríamos y que está lejos de nuestros ideales socialistas, pero hay que votarla porque algún día tendremos que salir a la calle para defenderla». Joaquín Estefanía, ex director de El País , que asegura haber presenciado ese diálogo comenta: «Me acordé de esa respuesta el 23 de Febrero de 1981 cuando el intento de golpe de estado y me acordé de nuevo cuando escuchaba a Ibarretxe en el Congreso». Lo peor para Izquierda Unida, no obstante, es que por primera vez en su vida circula en contradirección con los sindicatos mayoritarios UGT y Comisiones Obreras que han apreciado avances sustanciales en la política social que marca la Constitución Europea. Aun así, Llamazares no frena, a diferencia de Rosa Aguilar.