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ESA es la única pregunta que nos queda: ¿cuántos se van a abstener en el referéndum que nos viene el próximo domingo? Porque las encuestas, hasta donde conocemos, arrojan resultados diversos: entre un cuarenta por ciento y un cincuenta y algo por ciento de participación, con predominio neto y claro del «sí». ¿Es eso un triunfo o un fracaso para el Gobierno de Zapatero? Los análisis van a ser muy diversos, pero me atrevo a decir que el Ejecutivo va a capitalizar bastante el resultado, como es lógico. Otro triunfo para el invicto -hasta el momento- Zapatero. El último fin de semana preelectoral arrojó nuevos dardos entre el PSOE y el PP, cosa absurda si nos atuviésemos a los puros fines de la consulta electoral, es decir, si decimos «sí» o «no» a la Constitución europea. Pero es que eso no es así: las dos principales formaciones políticas españolas saben que ganarán los votos afirmativos. La única incógnita es si PSOE y PP, que aglutinan entre ambos más de veintiún millones de votos, han logrado convencer al suficiente número de españoles de las bondades de sus tesis sobre el europeísmo, la pertenencia e Europa y el esfuerzo conjunto de un continente por alcanzar unos objetivos comunes. Y la verdad es que no, que no ha sido así. A menos que el resultado de las urnas el domingo próximo nos demuestre que estamos equivocados. Votaremos «sí», quienes lo votemos -porque yo reconozco que así lo haré-, por razones muy diferentes a las que nos ofrecen el Gobierno y la oposición. Votarán «no», quienes así lo hagan, quizá independientemente de lo que prediquen el Gobierno y la oposición. La campaña no ha servido de nada y, acaso por primera vez en la Historia --nada que ver con la votación sobre si deberíamos o no entrar en la Otan-, los españoles acuden a las urnas sin conocer ni el objeto votado -la Constitución europea- ni las razones a favor y en contra por las que debe votarse afirmativa o negativamente. Ha habido, claro está, precipitación en la convocatoria del referéndum. No se ha explicado suficientemente a los españoles qué es lo que han de votar, ni por qué. Una grave responsabilidad que cae sobre las espaldas de quienes, con el afan de ser los primeros en Europa, han organizado este referéndum, en el que los españoles no saben muy bien qué tienen que votar.