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Publicado por
V. PUEYO
León

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POCAS veces, se ha llegado a un plebiscito, con un grado tan notable de perplejidad entre los potenciales votantes. Al menos entre quienes no se resignan a dar, sin más, su respaldo, o su desaprobación, a algo cuya verdadera trascendencia no acaban de entender. Quizá debiera preguntarse, con más claridad, lo que en realidad se está discerniendo: «¿Está usted de acuerdo en que esto constituya la base de la construcción europea futura?». Porque lo que de verdad está en juego es la revalidación de las bases de construcción europea. Es decir que, lejos de relativizar la trascendencia de la consulta, lo cierto es que es lo suficientemente importante para el hoy, y sobre todo para el mañana, como para haber llegado a las urnas con más elementos de juicio para adoptar la decisión que cada cual considere correcta. Pero la realidad es que el grado de desconocimiento sobre lo que se está votando sigue siendo grande y la sombra de una amplia abstención sobrevuela el horizonte. ¿Ha faltado tiempo? ¿ha fallado la estrategia? O acaso la estrategia era precisamente la de propiciar una especie de movilización ciega, automática hacia el sí; porque ¿cómo decir no a Europa? Sea como fuere, es evidente que no puede hablarse de que haya habido un debate «concienzudo» de los que llegan a la sociedad y bien que lo merecía este momento histórico. Después de medio siglo de andadura, era una buena ocasión de hacer balance y de plantear con valentía, y con la más amplia participación, el modelo de Europa que queremos. Porque, por más que a los líderes europeos se les llene la boca de solemnes postulados, la realidad dice que el modelo que se nos ofrece -visiblemente tatuado con los dogmas del neoliberalismo- es manifiestamente mejorable en los aspectos sociales pero, al mismo tiempo, difícilmente modificable por la propia complejidad del entramado decisorio de la Unión. Hay mucha gente que quiere Europa pero no esta Europa que ahora se nos ofrece. Y flota la duda de si no nos embarcamos en un viaje de difícil retorno ausente de solidaridad y de utopía.