Diario de León

Jornada con cara de palo

Las votaciones en la capital leonesa se sucedieron con normalidad. El abuelo de León, de 105 años, aprovechó el viaje al colegio electoral para dar un paseo y tomar el sol «¿Pero dónde naric

Los niños también siguieron la jornada con interés

Los niños también siguieron la jornada con interés

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Marco Romero - león
León

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El abuelo de León fue madrugador. Miguel Suárez Orejas -tiene 105 años, aunque promete llegar a los 112- se desprendió del andador y entró por su propio pie al colegio electoral. Este hombre, cuyo título de maestro fue firmado por Alfonso XIII, hacía un tiempo que no salía de la residencia Virgen del Camino. Ayer le trasladaron en coche hasta la urna y, desde allí, le dieron una vuelta por la ciudad, por si la reconocía. Y vaya si se acordaba. Pero lo que más le prestó fue el rato que pasó al sol. Con una lucidez extraordinaria, el centenario reflexionaba así sobre la jornada electoral, una de las tantas que se han sucedido a lo largo de los tres siglos que ha picado: «¿Para qué votar? Pues para que haya orden de vida, un trato exquisito que no lastime a ninguna de las sociedades y que responda a las necesidades de cada ciudadano. ¿Sabe?, una sociedad siempre necesita el apoyo de una ley». «Mi pensamiento -agrega- me dice que sí a Europa porque es muy largo ese camino que hay que resolver dentro de un cojunto de sociedades». Se le dice que en esta consulta popular hay quien está midiendo a Zapatero y se le pregunta si cree que sus conciudadanos le van a apoyar. «No creo que se le apoye. Si son unas elecciones, a lo mejor ni sale: los cambios a veces se hacen por experimentar, pero no como reafirmación de lo propio». El entrañable centenario comió a la una de la tarde y después durmió plácidamente su habitual siesta. Una mañana casi en vacío A mediodía, el ambiente en los colegios electorales del centro era desolador. En ese momento había mesas a las que no había acudido ni el 10% de su censo. «Todo normal», contestan en La Torre. «Normalidad en todo momento», indican en el instituto García Bellido. «Nada que resaltar», dicen en Legio VII. Y la verdad es que las urnas tenían cara de palo. Un grupo de jóvenes pasea frente al colegio Quevedo recordando los triunfos de la noche anterior. Pasan de largo. Sólo hay ancianos a esa hora, como en la mayor parte de las secciones electorales. Da fe de ello el trasiego de los miembros de Protección Civil que se encargaron del transporte de minusválidos y ancianos. El rastro, a tope. Fue a la salida de misa y en la hora del vermú cuando se notó el mayor repunte de votantes de la jornada. Por la tarde hubo uno nuevo sobre las seis. En el bar, por la mañana: «Marcho, que voy a votar», dice un cliente. Contestación de otro: «A votar el qué, no sabía que había que votar hoy». «El referéndum», se oye en la barra. «¡Ah, paso!».

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