La normativa es tan estricta como imposible de cumplir todos los días
Teóricamente las mediciones de ruidos realizadas por las policías locales deberían sancionar cualquier actividad que en áreas de equipamiento sanitario superaran los 45 decibelios durante el día y los 35 por la noche. En zonas residenciales no se deberían sobrepasar los 55 y 45 decibelios, respectivamente. Y en polígonos de actividad industrial, comercial o de almacenes el margen estaría entre 70 y 55 decibelios. Sin embargo, para dar una idea de lo que va del Boletin Oficial a la realidad baste decir que el simple lanzamiento de un cohete de feria genera en su exploción 180 decibelios (140 una sirena antiaérea en caso de guerra), el despegue de un avión 120 (casi tanto como un trueno) y entre 90 y 120 decibelios el claxon de un automóvil, la actividad de un martillo neumático, un concierto de rock o el ruido de un camión de la basura. En cuanto a la respuesta humana y efectos que pueda tener cada nivel de ruidos en la salud, nadie se pone de acuerdo, ni las administraciones públicas, ni los médicos ni los juzgados a la hora de establcer indemnizaciones.