Diario de León

| Entrevista | Antonio Sánchez Escobar |

«En Atocha flotaban partículas físicas de sentimientos»

El 11 de marzo le tocó vivir una de las experiencias más cruentas de su vida. Ahora, un año después, recuerda aquellos días de horror

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C. Calvar - madrid
León

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La estación de cercanías de Atocha se convirtió tras el 11-M en un símbolo de las víctimas del terrorismo. En sus instalaciones e inmediaciones murieron un centenar de personas. Antonio Sánchez Escobar, jefe del recinto, recuerda el atentado y los días siguientes, en los que convirtió el reto de reanudar el servicio en su particular homenaje a los asesinados. -¿Qué hacía en el momento del ataque? -Estaba en otra estación, un supervisor me llamó y me dijo: «han explotado unas bombas, hay muchos heridos y es un caos». Mandé activar el plan de emergencia, evacuar y avisar a policía, bomberos y sanitarios. Llegué a Atocha en 7 u 8 minutos. -¿Cómo fue el desalojo? -Se hizo en unos 15 minutos. Se abrieron los torniquetes con el botón para situaciones de emergencia que hay en el centro de control. La gente salía corriendo, pero no hubo problemas porque la estación es amplia. -¿Qué hicieron después? -Nosotros atendimos a los viajeros con lesiones menores, que sufrían un shock'o querían llamar a algún familiar. Luego me dijeron que al día siguiente había que sacar el servicio, así que empecé a preparar el dispositivo. A las 21.00 horas entraron cerca de 200 personas (técnicos, albañiles, cristaleros, personal de limpieza...) para arreglar todo. Me fui a casa al día siguiente sin habla, pero satisfecho por haber dicho a los terroristas, aunque sólo fuese como homenaje a las víctimas, que no van a conseguir parar nuestro sistema de vida. -¿Cómo fueron los días posteriores? -En la estación se podían detectar, como partículas físicas, los sentimientos de la gente. Había algo especial en el ambiente, un polvillo de sentimientos. Venían muchos a dejar sus condolencias por motivos distintos: uno era familiar de una víctima, otro no se lo creía, otro se preguntaba por qué... Todo eso flotaba en el ambiente, se percibía. -¿Cuál era el estado de ánimo de los pasajeros? -La gente iba muy pensativa, estaba como el país, conmocionada. -¿En qué consistió el posterior sistema de seguridad? -En una mayor presencia en trenes y estaciones. La policía hizo registros aleatorios de mochilas. Había muchas llamadas de viajeros y de nuestra gente de seguridad ante cualquier bulto extraño. El Ejército estuvo también un tiempo por la estación de forma preventiva. -¿Ha vuelto la normalidad? -Eso va en función de lo que dice el Ministerio del Interior, que conoce el nivel de alerta y determina si hay que poner énfasis en algún aspecto. Hay policías de paisano que, si ven a un sospechoso, lo paran y, si es preciso, le registran. Se vigila, aunque no con tanta presión como aquellos días. -Un año después, ¿qué piensa? -Me he hecho a la idea. Al final te metes en la cabeza que no puedes permitir que los terroristas alteren tu vida y tus valores, porque entonces te destrozan, ganan ellos.

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