Diario de León

EN LA LÍNEA LEÓN-VILLAFRANCA

«Mi hijo quiere venir conmigo en el autobús; dice que él corta los billetes»

María del Carmen Guerra al volante de uno de los autobuses de línea

María del Carmen Guerra al volante de uno de los autobuses de línea

León

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Más del 25% de la plantilla de conductores de Alsa en León son mujeres: 35 sobre una plantilla de 120 personas. Además, de tres jefes de tráfico hay dos mujeres, una jefa de operaciones y una sobre dos jefes de explotación. En conjunto la plantilla de mujeres es casi el 50%. Mª del Carmen Guerra Díez, 27 años, soltera y madre de dos hijos (un hijo de diez y una hija de cuatro). Conduce autobuses desde hace tres años. Hace una ruta histórica: León-Villafranca. La ayuda de su madre en la crianza de los niños le permite trabajar en el turno de tarde y cierta flexibilidad laboral para asumir servicios extraordinarios. Como contrapartida recibe un sueldo que considera digno -por encima de 900 euros- tiene un trabajo más gratificante que como conductora de urbanos y cuando necesita permisos por enfermedad de sus hijos «nunca he tenido problemas con la empresa». María del Carmen se presentó, con otras 115 mujeres, a una de las 15 plazas que el Ildefe convocó para formar gratuitamente a mujeres conductoras. Consiguió la plaza, el carné y, en poco tiempo, un puesto de trabajo en la empresa Alsa. Pero aunque se cuente así de rápido, «no fue nada fácil, aquí no es nada fácil», apostilla. Presentó su curriculum en la empresa y cuando la llamaron para hacer el curso de selección previa al contrato «tuve que competir por el puesto con mujeres y hombres «sin ninguna distinción», asegura. Durante un tiempo fue conductora de autobuses urbanos -el carné está limitado durante el primer año de trabajo a 50 kilómetros- pero «según me quitaron el CR ya me pusieron a funcionar por fuera». Ahora tiene bajo su responsabilidad una de las líneas «golosonas», pero también «difícil y dura, que da trabajo» (y no lo dice ella, lo comenta el jefe comercial, Óscar Barredo). «A mí el transporte urbano no me gusta porque son ocho horas sin levantar el culo, carreras por aquí y por allá. Siempre gente subiendo y bajando. Frenas, se puede caer gente. Cuando te cae una persona, aunque no sea culpa tuya, te sientes mal. No, no me gusta».Actualmente lleva la línea León-Villafranca del Bierzo, aunque esporádicamente hace otras rutas o servicios discrecionales. A diario, a las 13.30 horas suele partir con el autobús de 60 plazas «lleno». Va vaciándose y rellenándose por los pueblos de la n-120 hasta llegar a Astorga, donde suben muchos viajeros «de los pueblines del Manzanal que vienen a hacer la compra; les ayudo a meter sus carritos en los maleteros y continuo por la carretera vieja por Combarros, Pradorrey, Manzanal, Torre y Bembibre». Aquí «se vuelve a cargar hasta Ponferrada». Nueva parada en Ponferrada y de nuevo ignora la autovía por Cacabelos y Magaz hasta llegar a Villafranca sobre las cuatro de la tarde. Es una de las concesiones más antiguas de la provincia y hay que respetar el trayecto y las paradas. Para los habitantes de los pueblos por los que atraviesa la conductora y el coche de línea son bienes muy preciados. «En Navidad me traían sobres con décimos de lotería, imagínate lo agradecidos que son», cuenta la joven. «Para mí es una línea muy bonita, porque ves gente de pueblo», comenta ella. «Al principio les llamaba la atención ver a una mujer, pero nunca dijeron nada y si alguna vez me confunden con una azafata siempre digo: no, señora yo soy la conductora». Pero si hay alguien que está orgulloso de su oficio es su hijo de diez años. Hay días que le dice que no va a clase para ir con ella en la autobús. ¿Y tú qué vas a hacer?, le pregunta ella. «Pues te corto los billetes», contesta el crío. Come en Villafranca del Bierzo, en el descanso que tiene hasta las cinco de la tarde. A esta hora parte de nuevo hacia Ponferrada. Llegará a León sobre las nueve de la noche y muchos días terminará su jornada laboral recogiendo algún autobús urbano. Durante las nevadas de Navidad tuvo que poner por primera vez las cadenas en el autobús para una situación aunque al final no sirvió de nada porque «cuando teníamos las cadenas nos dijeron que no pasábamos». Durmió con los viajeros y la otra conductora en Astorga.

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