«Sentí rabia, impotencia y un dolor desgarrador»

1 A las ocho de la mañana uno de mis colaboradores me llamó para informarme de un atentado en Madrid y que se temía que hubiera muertos y heridos. Puse la radio y la televisión y me dirigí al ayuntamiento. Convoqué al equipo de Gobierno. Hicimos llegar al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, el pesar de Córdoba, su dolor, indignación y sufrimiento. 2 Comprendí casi inmediatamente que aquello no era una acción de ETA. Sentí impotencia, rabia, indignación y un dolor desgarrador. Sabía que aquella acción criminal nos marcaría para toda la vida, cualquier 11-M sería ya diferente. Fueron días amargos y dolorosos. Y siguen siéndolo porque hay cosas que no se olvidan nunca. Que nunca hay que olvidar.