Pasqual Maragall se equivocó el pasado domingo al equiparar la crisis política del tripartito con la situación en la que se encuentran las mujeres maltratadas, según reconocen el Gobierno y el PSOE. Sin embargo, y mientras que la vicepresidenta criticó la comparación del presidente de la Generalitat, la dirección socialista optó por apoyarle públicamente y
para rebajar cuanto antes la crisis catalana y anular la estrategia de acoso que creen que han puesto en marcha CiU y el PP. En el Palacio de La Moncloa y en la calle Ferraz, sede del Partido Socialista, observan con preocupación cómo el presidente de la Generalitat encadena «desafortunadas» declaraciones desde que el pasado 24 de febrero acusó a CiU de cobrar un 3% de comisiones en la adjudicación de obras públicas. El último desliz le valió a Pasqual Maragall un tirón de orejas de la vicepresidenta primera, que le recordó que «no se pueden establecer comparaciones» entre las críticas al tripartito y el sufrimiento de las maltratadas porque son cuestiones «diametralmente opuestas». María Teresa Fernández de la Vega recalcó en Telecinco mientras que la violencia de género es una tragedia social, la situación de la Generalitat «corresponde al debate político». El Ejecutivo y el PSOE hicieron un llamamiento a los partidos catalanes para que traten de rebajar la «tensión» de las últimas semanas y les pidió que pongan el foco en la necesidad de resolver los problemas de los vecinos del barrio barcelonés del Carmel después de que sus casas se derrumbaran por un socavón originado por las obras del metro.
Oportunismo El PSOE, por su parte, denunció que el PP haya elegido el camino del «oportunismo» para, en vez de ayudar a aplacar los ánimos, «atizar el fuego» político catalán con la moción de censura contra Maragall. José Blanco, secretario de Organización socialista, pidió a los partidos que recuperen la «serenidad» y expresó hasta tres veces en una rueda de prensa posterior a su reunión quincenal «el apoyo del PSOE al presidente de la Generalitat y al Gobierno legítimo de Cataluña». El respaldo a Maragall lo acordó la Ejecutiva Federal después de que José Luis Rodríguez Zapatero pidiera un cierre de filas con el «president» en este «mal momento», según indicaron fuentes de la dirección. A partir de la petición del jefe del Ejecutivo, quienes intervinieron para censurar el último traspiés del responsable de la Generalitat le exculparon.