Los mayores índices de pobreza se concentran en las barriadas de Armunia, el Crucero, San Mamés y San Claudio
Casi 2.000 leoneses dependen del Ayuntamiento para necesidades básicas
Los jubilados acaparan más de las dos terceras partes de las ayudas municipales
«Muchas familias, aunque quieran, no pueden cuidar de sus propios ancianos o hijos por carencia de medios» ANA GUADA , concejala de Bienestar Social del Ayuntamiento de León Cerca de 2.000 personas dependen en León capital del Ayuntamiento para cubrir sus necesidades más elementales, como valerse por sí mismos en la ancianidad, lavarse la ropa o simplemente hacerse la comida, disponer de ingresos mínimos en la juventud para no quedar marginados o caer en la delincuencia, pagar la renta de la casa y no quedar desahuciados en supuestos extremos, por ejemplo, el paro de larga duración como cabezas de familia, etcétera. Su número ha crecido de forma espectacular durante la última década o, al menos, se ha mulplicado en progresión geomérica su coste para el erario público desde que se ofertaron las primeras ayudas. Según datos provisionales del último año y a la espera de que el Ayuntamiento elabore la memoria definitiva de su concejalía de Servicios Sociales, 428 vecinos tuvieron que ser asistidos en los programas de ayuda a domicilio (quedan otros 30 en lista de espera) para las tareas domésticas más elementales y de todo tipo, como limpieza del hogar, lavado de ropa, tareas de cocina, aseo personal, acompañamiento en pequeños paseos, etcétera) y otros 750 en el de teleasistensia para apoyo puntual a cualquier hora del día o de la noche en supuestos de enfermedad o emergencias de cualquier clase. Jóvenes y marginados La tercera parte restante de las ayudas municipales aparecen destinadas a colectivos marginales o con riesgo de marginación, aunque no por la edad. Según la concejala delegada de este área, Ana Guada, en los programas de inserción socio-laboral figura un variopinto colectivo de otros 583 vecinos, a los que se pretende apoyar con salarios sociales (el llamado Ingreso Mínimo de Inserción o IMI, con apenas 50.000 de las viejas pesetas al mes) y orientación para encontrar empleo. Entre los beneficiarios figuran 181 integrantes de minorías étnicas, como la gitana, 58 inmigrantes, 30 mujeres que han sufrido malos tratos, 23 minusválidos, 16 jóvenes sin recursos de ninguna clase ni posibilidad de recibir atención familiar y 25 ex toxicómanos. Junto a ellos aparecen cada vez más familias que hasta ahora desarrollaban una vida socialmente normal, pero que se han visto empujadas a la pobreza de forma irremediable por el paro y que precisan subvenciones para cubrir deudas tan básicas como pagar la luz, para que no se la corte, o el alquiler de la vivienda, para no ser objeto de desahucio: en total fueron 123 vecinos el año pasado, aunque las solicitudes de ayuda se aproximaron a las doscientas. Entre la gente que también demanda ayuda destaca, por nivel de estudios, un elevado porcentaje de personas con estudios universitarios, nada menos que el 22% del total de los que solicitan salarios sociales y que sumaron el año pasado 110 casos. Por último y según la concejala Ana Guada, la inmigración es la gran incógnita de cara al futuro con una demanda de ayudas sociales que empieza a dispararse y que el Ayuntamiento no sabe cómo afrontar, a pesar de los convenios con otras administraciones y oenegés, incluída Cáritas y las que dependen de la iglesia católica.