Diario de León

La capital del lujo en España blanquea su imagen

La mayoría de los marbellíes lamenta la imagen que se trasmite de la localidad y aseguran no conocer a los ciudadanos que han sido detenidos y procesados por el caso de corrupción

Casi todos los edificios afectados están fuera del casco urbano

Casi todos los edificios afectados están fuera del casco urbano

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Tomás García - marbella
León

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Marbella ya no es lo que era. Puede sonar a frase de tertuliano del corazón pero mucha gente coincide en que la localidad costasoleña ha cambiado demasiado los últimos años, con la llegada masiva del turismo residencial. Fernando, un asturiano que trabaja en un restaurante del casco histórico, admite que nunca vio la ciudad tan baja en los inicios de una Semana Santa. «Los guiris se quedan en sus urbanizaciones, allí no les falta de nada», explica. Relacionar la supuesta caída en el número de visitantes con la operación Ballena Blanca parece, en cambio, apresurado. Por si acaso, todos los estamentos sociales se han sumado en los últimos días a las críticas de la alcaldesa, la popular Marisol Yagüe, que lamenta que la localidad salga más en los medios de comunicación por asuntos así que por sus bellas playas. La gente de la calle también está un poco harta de la fama de su localidad, aunque se divide en dos grupos claramente diferenciados: los gilistas y los antigilistas, aunque Gil sea ya historia. Entre los primeros, paseando por las intrincadas calles que rodean el Ayuntamiento, Antonio Dorado tiene una visión personal de lo que está sucediendo: «Aquí, mientras gobernó el PSOE, esto fue un desastre. Luego llegó Gil y dejó el pueblo como usted lo puede ver, -explica, con orgullo-. Y ahora los socialistas quieren volver a echar todo abajo. Chaves no nos perdona que no le votemos». Hay otras opiniones. Lidia es una joven estudiante que sólo regresa a casa en vacaciones. Asegura pasar de política pero no le gusta las noticias que lee sobre su ciudad desde su exilio madrileño. «Mucha gente, como mi padre, dicen que aquí se vive muy bien, que no ocurre nada. Pero luego pasan cosas como lo del niño en la peluquería. Cuando me enteré estuve llorando todo el día. Pudo sucederle a cualquiera. El fin de semana siguiente vine a la manifestación que se convocó contra las mafias y la corrupción. Esperaba ver al pueblo entero en la calle, pero sólo fuimos unos cuantos», lamenta. Lo que se confirma como misión imposible es encontrar a nadie por la calle que admita conocer a Fernando del Valle, el rostro de la gran trama de lavado de capitales. Pese a que nunca se esforzó en ocultar que tenía el riñón bien cubierto, la mayoría de la gente consultada ni siquiera sabe ubicar el número 8 de la calle Ramón Gómez de la Serna, donde se encontraba el cuartel general de la red. Un diario local publicó ayer una entrevista con la esposa del abogado encarcelado. Según Marisa, Del Valle no es más que «un hombre bueno que trabaja 12 horas al día», afirma, además de asegurar que colabora con organizaciones solidarias y tiene apadrinados a varios niños del tercer mundo. «En Navidad nos quedamos solos y fuimos a pasarla con los niños inmigrantes que tiene el Padre Patera», relata. Lo dicho. El blanqueo sigue, pero ahora es de conciencias.

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