Defiende la extensión de la democracia al mundo musulmán por vías «no impositivas»
Zapatero desvincula, ante la Liga Árabe, el terrorismo del Islam
El presidente se ofrece para facilitar encuentros y diálogos con Occidente
«Aspiramos, como ya hicimos en la célebre Escuela de Toledo y a lo largo de nuestra historia, a ser traductores y facilitadores de encuentros y diálogos». Con esta pretensión compareció ayer ante representantes de los 22 países miembros de la Liga Árabe José Luis Rodríguez Zapatero. El jefe del Ejecutivo español, invitado de honor por el presidente argelino Abdelaziz Buteflika, presentó en la cumbre que se celebra entre ayer y hoy en Argel su propuesta para una alianza de civilizaciones, una receta contra la «incomprensión», los «recelos» y la proliferación de los extremismos que cuenta ya con el respaldo de los principales líderes árabes y de Naciones Unidas. La participación de Zapatero en este foro tuvo más carga simbólica que discursiva. No es común que un gobernante europeo sea invitado a este tipo de encuentros a título personal. Por eso, y por la importancia que da a la relación con los países de cultura islámica, el presidente del Gobierno buscó la forma de compaginar su presencia en Argel con la reunión del Consejo Europeo de primavera que arrancó hoy mismo en Bruselas. Su intervención tuvo pocas novedades para el mundo occidental, pero muchas para el público árabe. Contra la discriminación El mensaje es ya sabido. Rodríguez Zapatero llamó a los gobiernos árabes a «reaccionar» contra una tendencia generalizada en el mundo actual, la propagación del «culto a la diferencia» y el «desprecio al otro». «Frente a las soflamas, las bombas, la discriminación y la violencia, tenemos que movilizar a nuestros ciudadanos para superar las barreras mentales del pasado y construir un mundo mejor», dijo ante la asamblea. El presidente español no concretó con qué medidas será posible alcanzar ese objetivo. Esa es una tarea que, a su juicio, corresponde a la ONU que, según dijo, ya promueve la formación en su seno de un 'grupo de alto nivel' integrado por «personalidades internacionales» que deberán estudiar los factores que han generado la «fractura internacional» para, después, proponer políticas específicas. Aún así, dio su versión sobre las causas del desencuentro entre el mundo occidental y el islámico: «el agravamiento de situaciones económicas y políticas manifiestamente injustas». Democracia voluntaria Durante el discurso de apertura, Buteflika había conminado a los asistentes a romper con la «pasividad nostálgica de la grandeza pasada» para acelerar el proceso de modernización económica y social y la «democratización de las instituciones» de sus respectivos países. Son reformas, dijo, que exige la sociedad, «no nos han sido impuestas y no lo serán jamás». En un tono similar, Rodríguez Zapatero defendió que «no hay incompatibilidad alguna entre la democracia y el mundo árabe». Para apoyar esta afirmación citó los procesos electorales celebrados recientemente en Irak y en Palestina y los «alentadores avances» en derechos humanos, libertad de prensa o libertad religiosa realizados por «numerosos» países árabes. Y no se olvidó de promover los derechos de las mujeres. «Cuando mayores son, más estable, más próspera y más educada es la sociedad», afirmó el jefe del Ejecutivo español en su intervención. De esta forma se sumó a la opinión del presidente argelino, que defendió que se deje libertad a los países para adaptarse a las reformas democráticas «al ritmo que estimen oportuno». «Son cambios percibidos como necesarios por los pueblos y los gobernantes árabes, no hay lugar en este terreno para las imposiciones», respaldó Rodríguez Zapatero. «Aspiramos a ser traductores y facilitadores de encuentros y diálogos» J.L. RODRÍGUEZ ZAPATERO