Diario de León

La identidad del último cardenal «in pectore» está en el testamento del Santo Padre

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colpisa | ciudad del vaticano

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«Juan Pablo II tuvo una vida santa y una muerte santa, además de una entrega a Dios que evidencia dónde reside la fuerza para cambiar al mundo y su historia» FRANCISCO GIL HELLÍN, arzobispo de Burgos Juan Pablo II murió sin revelar la identidad del último cardenal in pectore que designó en el 2003, pero existe la posibilidad de que lo haya dejado por escrito en su testamento,según anunció el pasado martes el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls. «Si hay algo, se sabrá cuando se lea el testamento», aseguró en una conferencia de prensa al término de la tercera reunión cardenalicia celebrada ayer en el Vaticano. Tradicionalmente, si el Papa no revela en vida el nombre del cardenal 'in pectore' o secreto, ese nombramiento deja de ser válido, pero puede pedir a su sucesor que cumpla con su deseo, aunque éste no está obligado legalmente a hacerlo. La fórmula del cardenal 'in pectore' permite a los papas honrar a prelados cuyo nombramiento podría plantear riesgos para ellos o para las relaciones del Vaticano con un Estado, o por simples razones de conveniencia. Nombramientos Juan Pablo II nombró 21 cardenales en el último consistorio en octubre del 2003 y anunció que guardaba «en su corazón» la identidad de uno de ellos. Se mencionaron tres nombres: el arzobispo de Moscú, monseñor Tadeusz Kondrusiewicz, muy criticado por el patriarcado ortodoxo local; el arzobispo de Hong Kong, monseñor Zen Ze Kiun, cuyo nombramiento correría el riesgo de provocar un conflicto diplomático con las autoridades chinas, y el arzobispo polaco Stanislaw Dziwisz, su secretario personal. El Papa es el único que conoce la identidad de un cardenal «in pectore» y que lo puede revelar si lo desea. Pablo VI murió en 1978 llevándose «en su corazón» el nombre de dos cardenales. Nadie sabe a ciencia cierta si dejó una carta a su sucesor rogándole que elevara a la dignidad cardenalicia a los dos purpurados secretos que guardaba en su corazón. Según el código de derecho canónico, mientras el nombre del cardenal «in pectore» se mantiene secreto, no está obligado ni por los deberes ni por los derechos de los cardenales. «Sin embargo -prosigue el código-, una vez su nombre es publicado por el Pontífice Romano, tiene los mismos deberes y obligaciones.

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