Cáritas ofrece un servicio de paquetería entre los presos y sus familias

A finales del año pasado Cáritas puso en marcha en la prisión provincial de Mansilla de las Mulas un servicio de intermediación de paquetería entre los internos de la prisión y sus familias para ropa y calzado. Desde entonces, se han entregado 167 paquetes cuya procedencia es variopinta, desde Escocia a París. El contenido es examinado en la prisión por los servicios de seguridad, aunque Cáritas hace de filtro para asegurarse que se cumplen las condiciones pactadas. La entidad católica ha ampliado su papel en la prisión, con la colaboración del equipo directivo, «a medida que hemos detectado necesidades», precisa la trabajadora social. A pesar de que los internos tienen acceso a comprar ropa y calzado dentro del centro penitenciario, el servicio se considera de utilidad porque «para quien está desposeido, como ocurre con los presos, cualquier tipo de posesión suya que pueda tener en la prisión tiene un valor añadido», señala. De la experiencia de más de dos años de trabajo en la prisión, Loli Santos concluye que «hay más internos con ganas de rehabilitarse y de tener una oportunidad de lo que pueda parecer desde fuera». El director de Cáritas, Julio Prieto, recuerda que la labor de la organización está expresamente destinada a aquellas personas cuyas necesidades no son cubiertas por la sociedad. «Incluímos incluso a los excluídos de la red pública de servicios sociales, que también los hay». Los presos forman parte de estos colectivos, a pesar de que muchos de ellos no eran excluidos, ni mucho menos, antes de ingresar en la cárcel. También destaca Cáritas la «calidad y calidez» de sus servicios, puesto que todos están dirigidos por profesionales y a la vez cuentan con un respaldo humano «imprescindible» en el desarrollo de los programas sociales tal y como están planteados.