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Los candidatos eluden la realidad

La campaña electoral del País Vasco deriva en una lid partidista e incluso personalista que orilla conflictos y problemas cotidianos de un pueblo que puede presumir de poseer un gran espíritu de convivencia

Publicado por
León

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Es uno de los escasos carteles ajenos a eufemismos que hoy lucen en el País Vasco: «Ortopedia femenina. Lencería general». Así reza en la fachada de un comercio de la bilbaína calle Martínez de Campos. A mediodía de ayer, un matrimonio cincuentón que se declaró «católico y peneuvista» daba la razón a quien esto suscribe: «¿Qué se creía usted que son las fajas y los vanderbrá, ¡ortopedia y nada más que ortopedia!», proclamaba ella. Mientras, el marido, protestaba porque «no hay tiendas de ortopedia masculina». Y los presentes sonreíamos, incluido el chino que regenta un cíber que colinda con el que es uno de los locales decanos de Bilbao dedicados a la «moda íntima para la mujer», que es la definición políticamente correcta. Las elecciones huyen de esa naturalidad, así como de la capacidad de convivencia que los vascos demuestran a diario. Ayer, casi al mismo tiempo que la comprensible actitud de mejorar el físico suscitaba sonrisas en un rincón de Bilbao, los candidatos a lendakari y sus aliados daban el do de pecho. Varios miembros de la agrupación de intelectuales nacionalistas Aldaketa -a la que el PSE califica de iniciativa social pese a que es un colectivo elitista- salían en defensa de Patxi López. A la par, cargos institucionales no vascos siguen aterrizando en Euskadi para apoyar a la popular María San Gil, y seleccionados protagonistas de la vida social vasca se subían a los entarimados para pedir el voto para Ibarretxe, para el Partido Comunista de las Tierras Vascas o para Aralar, candidatura esta última que -junto a la de Unidad Alavesa- es la que transmite la imagen más creíble de quienes entran en política porque les apetece, al margen de luchas económicas o de poder. La distancia entre lo partidario y la realidad sigue abierta, aunque ayer el número uno del PNV-EA intentó acortar ese abismo diciendo que al día siguiente de las elecciones y «con la fuerza que nos den los votos, llamaré, por un lado, a Zapatero y por otro a todos los demás partidos, incluida Batasuna, para poner en marcha un proceso negociador, que es lo que la gente quiere». A medida que avanza la campaña los hay que rectifican o dan por aceptables posiciones ajenas, pero también hay quienes defienden dogmas. Así, mientras el matrimonio cincuentón de peneuvistas que reconocía que hay ortopedias justificables e incluso deseables, otra pareja, ambos treintañeros- decía que «estos son de los de Patxi -por López, el candidato del PSE-, que son capaces de decir que sí a todo». El matrimonio cincuentón se limitó a sonreír y a insistir en su apego al PNV: «¿Y ustedes qué son? Del PP, seguro...» Y la sorpresa fue que la pareja treintañera también era simpatizante de Ibarretxe. Ni una pareja ni otra sabían cómo salir del atolladero. Los tolerantes, los menos jóvenes, se sintieron avergonzados -así lo reconoció la mujer, más extrovertida que su marido-, mientras que los votan-tes más jóvenes imputaban al matrimonio mayor el presunto defecto de «ser demasiado tolerantes, hay veces que nos pasamos de comprensivos y admitimos todo», insistía él. Y es que en el País Vasco se entremezclan posiciones contradictorias y los candidatos apenas rozan la realidad. Es más, la eluden.

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