Análisis: «Casa, no caja de 30 metros»
La propuesta de los arquitectos que han diseñado el APTM, y su adaptación a la realidad de la vivienda protegida, puede ser una experiencia positiva «siempre que se deje en manos de arquitectos y diseñadores», alejada de los intereses especulativos. Así lo considera Belén Martín Granizo, que junto a Daniel Díez Font forma uno de los equipos de arquitectos que desde León están cosechando importantes éxitos. «No es lo mismo una caja de 30 metros que una casa de esa medida. Si todo se diseña desde el principio, de forma adecuada a las posibilidades y muy pensado, puede resultar un espacio útil y confortable. Lo que no tiene sentido es hacer un espacio pequeño e intentar ocuparlo con el mobiliario tradicional, el sofá heredado y una habitación que se compra completa». Martín Granizo apunta que, en el caso de que el ministerio optase por realizar este tipo de viviendas, «debería convocar un concurso de ideas entre arquitectos y elegir aquellas que fueran más razonables. Porque en un caso como este se trata de llenar el espacio con mucha cabeza, sin que sobre nada ni falte nada». En cualquier caso, Martín Granizo defiende el papel de los arquitectos a la hora de plantear reflexiones y retos de futuro, como ha ocurrido ahora en Costrumat. Y, sin querer entrar en la polémica, apunta que propuestas de este tipo van mucho más allá del espacio propio de la vivienda. «Serían módulos que se integrarían dentro de edificios donde el uso del espacio y la luz sería fundamental, no se trata de hacer una hilera de puertas en un pasillo oscuro, sino de diseñar patios, escaleras y espacios comunes con zonas verdes, mucha luz y un concepto diferente». Un camino experimental que han recorrido a menudo los arquitectos españoles, y que no tendrá éxito si no va acompañado de alquileres a precios asequibles. Innovación también en la concepción por parte del usuario: «Las nuevas viviendas no son compatibles con el comedor heredado de la abuela».