Los socialistas reconocen oficialmente y por primera vez la posibilidad de un pacto
Zapatero acepta con condiciones un gobierno vasco PSE-PNV
Ibarretxe esquiva la invitación del PSOE reclamando la selección nacional de fútbol San Gil «vende» natur
Patxi López y sus próximos evitaban hacerlo. Ha tenido que ser el presidente del Gobierno español, Rodríguez Zapatero, quien ayer anunciara que los socialistas contemplan como una opción más la de pactar con PNV-EA una mayoría parlamentaria de gobierno en la Cámara vasca. Sin embargo, la de Zapatero es una invitación prácticamente inviable porque, a tenor de las expectativas de voto, pone condiciones difícilmente plausibles. El PSOE exige, primero, que el lendakari sea Patxi López; segundo, que el programa de gobierno de la hipotética mayoría no sea antivasco ni antiespañol y, tercero, que los nacionalistas renuncien al plan Ibarretxe. Pese a todo, la invitación de Zapatero ha tenido las repercusiones de una carga de profundidad. En la superficie apenas se nota, pero lo dicho mueve entretelas. La más curiosa de las reacciones habidas proviene de los peneuvistas que se alinean con el ex lendakari José Antonio Ardanza, pues uno de sus hombres de confianza, que ha exigido «el más absoluto anonimato», ha precisado que el PNV «sólo rechazaría una de esas tres condiciones, la de ceder la lehendakaritza a un no nacionalista». Salir del atolladero Por lo demás, siempre según el mismo informante, «la mayoría de los peneuvistas renunciaríamos a los maximalismos -en alusión a ciertas demandas del plan Ibarretxe- y estaríamos dispuestos a negociar la reforma del Estatuto de Guernica con la participación de todos los partidos, siempre que se incluyera a Batasuna». Y en este último aspecto, la de que los aberzales participaran en la búsqueda de una solución consensuada al llamado problema vasco, entre los socialistas también hay consenso para sentarde en la misma mesa a negociar. Otra cosa es que unos y otros eviten decirlo públicamente. Mientras el PSE-PSOE y los sectores menos dogmáticos del centroderecha vasquista soñaban «fórmulas para salir del atolladero que supone el plan Ibarretxe» -así se ha descrito la coyuntura en la ejecutiva del PSE-, el lendakari en funciones seguía lanzando mensajes destinados a alimentar lo que en Bilbao y con cariz irónico se califica de «orgullo vasco políticamente correcto»; en esta ocasión, el alegato vasquista se produjo en San Sebastián: «Si los deportistas de Euskadi tienen fuerza y voluntad, tendremos selecciones nacionales propias que nos representen en el mundo, porque no se pueden poner puertas al campo». Casi al mismo tiempo que Ibarretxe reclamaba que el País Vasco tenga proyección deportiva mundial, la candidata del PP, María San Gil, prefería bajar a lo menudo y ayer, en Bilbao, se reunía con medio centenar de mujeres que ostentan cargos dirigentes en el partido o en la Administración -algunas no eran afiliadas al PP- para analizar «qué podemos hacer para mejorar la situación de las mujeres». En todo caso, la candidata del PP ha dado por sabida la alusión de Zapatero a un posible pacto PSE-PNV. De hecho, San Gil acusa al PSE desde el primer día de la campaña de «esconder las cartas porque persigue pactar con los nacionalistas». De modo que ayer sólo tuvo que ratificar sus tesis y sonreír. Por su parte, los aberzales de Aralar parecían más preocupados por la decisión del Parlamento navarro de rechazar la propuesta de normalizar la enseñanza del euskera en la comunidad foral que por la campaña electoral vasca. En todo caso, Aralar centra la recta final de la campaña en paliar «los equívocos mensajes de EB-IU, que se presentan como una izquierda vasca cuando en realidad están gobernando con la derecha», según ha denunciado el histórico y respetado antifranquista Patxi Zabaleta. «La mayoría de los peneuvistas estaríamos dispuestos a negociar la reforma del Estatuto de Guernica» HOMBRE DE CONFIANZA DE JOSÉ ANTONIO ARDANZA