Ratzinger marca el camino del futuro Papa con una acérrima defensa del dogma
Si el futuro Papa lleva el nombre de Joseph Ratzinger, el sendero de la Iglesia católica no se moverá de la más estricta ortodoxia. Aplausos para el cardenal
El decano del colegio de cardenales utilizó ayer la misa previa al cónclave en el que se elegirá al nuevo pastor de los católicos para arremeter contra las «corrientes ideológicas» y las modas que en los últimos decenios han «agitado la pe-queña barca del pensamiento de muchos cristianos». Unas perturbaciones que el prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe ubicó en un espectro muy amplio: «Van de un extremo a otro -explicó a lo largo de la homilía-, desde el marxismo, al liberalismo, pasando por el libertinaje; del colectivismo, al individualismo radical; del ateísmo, a un vago misticismo religioso; del agnosticismo, al sincretismo». Todo un catálogo de ideologías que el purpurado desdeñó para advertir que el mundo camina «hacia una dictadura del rela-tivismo que no reconoce nada como definitivo y que tiene como objetivo el propio yo y los propios deseos». Aspecto abatido Con aspecto abatido y la voz en ocasiones quebrada, Ratzinger imprimió a su homilía un tono de connotaciones apocalípticas que inevitablemente se ha entendido como una proclamación de los retos que a su juicio tiene planteada la Iglesia. El purpurado alemán llegó a insinuar que los católicos sufren una suerte de persecución en una sociedad en la que «tener una fe clara basada en el credo de la Iglesia se asocia con el fundamentalismo». «Ser adulto -añadió- significa tener una fe que no siga las imposiciones de la moda o de los últimos novelistas». Sus palabras son de una gravedad particular, ya que el alemán es uno de los grandes electores del cónclave, el banderín de enganche del sector más conservador del colegio en torno al cual se articulará una de las mayorías. Su homilía clausuró con estruendo un período que se inició con la muerte del polaco. La ceremonia de ayer fue pública por primera vez y los fieles respondieron abarrotando la basílica y aportando frescura.