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La televisión en el cónclave

A las 17.25 de ayer se declaró el «extra omnes» que garantiza el secreto de una clausura a la que por vez primera los cardenales entraron acompañados de cámaras de televisión

La primera fumata fue negra

Publicado por
Fernada Taberés - enviada especial | roma
León

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La capilla Sixtina se convirtió ayer en el recinto más observado del mundo. A las 17.25 de la tarde, los portones de este prodigioso templo ilustrado por el genio de Miguel Ángel cerraron sus puertas hasta nuevo aviso. La proclamación del extra omnes, que declara oficialmente abierto el cónclave y convierte a buena parte del Estado vaticano en una fortaleza inexpugnable en la que la única ley es el secreto, fue la contraseña para que las hojas de madera que protegen el Juicio Final se cerraran ante los ojos de los 115 príncipes de la Iglesia que tendrán que elegir al sucesor de Pedro en la tierra. Lo harán, aseguran en Roma, antes del jueves. Casi todo transcurrió ayer como siempre. Pero hubo pequeñas modificaciones impuestas por los tiempos. La más significativa, la presencia de la televisión. Por vez primera, las cámaras grabaron la procesión de los cardenales hacia la capilla Sixtina y el juramento -«prometo, me obligo y juro»- que exige a los purpurados guardar el secreto de todo lo que acontece en la clausura, bajo pena de excomunión. Se pudo ver, entre otras imágenes, a sus eminencias hicieron fila ante los evangelios abiertos sobre un atril de oro.

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