Diario de León

Es la primera sentencia dictada en España por un delito de lesa humanidad

La Audiencia Nacional condena a Scilingo a 640 años por torturas

Se le considera autor de 30 asesinatos, un delito de tortura y otro más de detención ilegal

Publicado por
Julio Á. Fariñas - redacción
León

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Ni la lectura del fallo de la sentencia que le condenaba a 640 años de cárcel -30 efectivos- ni los gritos de «¡asesino, púdrete!» del público que llenaba la sala, lograron alterar a primera hora de la tarde de ayer el gesto impertérrito del ex oficial de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) Adolfo Scilingo Mazorro, el primer genocida argentino condenado fuera de su país en aplicación del principio de Justicia universal para los responsables de crímenes contra la humanidad. El fallo, que previsiblemente será recurrido tanto por la defensa como por las acusaciones, condena al acusado a 30 penas de 21 años de cárcel por un delito de lesa humanidad, a 5 por el de tortura y a otros 5 por el de detención ilegal. El tribunal explica que la convicción judicial sobre la culpabilidad de Scilingo se ha sustentado fundamentalmente en sus propias declaraciones judiciales, prestadas ante al juez Baltasar Garzón a su llegada a España, en 1997, de las que se retractó en el juicio. La sentencia, que marca un hito histórico, considera probado que Scilingo conoció el plan elaborado por la Armada para luchar contra la subversión antes del golpe militar del 24 de marzo de 1976 en Argentina, ya que participó en su condición de oficial en dos reuniones celebradas en Puerto Belgrano, donde se dieron las directrices de esa acción.pero que finalmente tuvo que conformarse con ser jefe de electricidad y de automoción. Sin embargo, este hecho no le impidió que, al igual que el 90% de los oficiales, participara en dos «vuelos de la muerte» en los que lanzó al mar vivas a 30 personas a las que previamente se sedaba con pentotal. La resolución afirma que Scilingo conocía las torturas a las que se sometía a los secuestrados en el sótano del Casino de Oficiales de la ESMA y relata que fue testigo del interrogatorio realizado a una joven a la que se le aplicó la picana, es decir, la tortura con electricidad. Se indica que como jefe de electricidad subió dos veces a reparar varios aparatos a la última planta del citado edificio en la que permanecían en condiciones infrahumanas los detenidos, y que allí pudo ver a dos mujeres embarazadas.

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