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El rostro más conocido

El cardenal que ha velado celosamente por la pureza del dogma se ha convertido en el nuevo Papa: Benedicto XVI. Alemán, conservador y crítico con las innovaciones litúrgicas Su pensamien

Publicado por
A. Mahía /Raúl Romar - redacción
León

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Ratzinger está ya sentado en el sillón de Pedro. Es una realidad que fascina y asusta, según la ideología de cada quien. No hay lugar a la sorpresa, porque todo el mundo lo conoce y sabe qué es lo que va hacer y lo que no. De pequeño, cuando se le preguntaba qué quería ser de mayor decía que pintor de brocha gorda. Nació el 16 de abril de 1927 en el seno de una familia humilde de la Baja Baviera, en la localidad de Maktl am Inn. Su padre era comisario de policía y a ratos trabajaba de maestro como alivio a la maltrecha economía familiar. La profesión de su padre le obligaba a vivir en una eterna mudanza, de pueblo en pueblo, de escuela en escuela. En uno de esos traslados, en 1932, debido a la abierta crítica de su padre hacia el nacionalsocialismo, la familia Ratzinger se ve obligada a mudarse a Auschau am Inn, al pie de los Alpes. Hasta que finalmente, en 1937, su padre pasa al retiro y se muda con toda la familia a Hufschlag, en las afueras de la ciudad de Traunstein, donde Joseph pasaría la mayor parte de sus años de adolescente. Es ahí cuando inicia sus estudios en el Gymnasium de lenguas clásicas, donde aprende latín y griego. En 1939 entra al seminario menor en Traunstein, dando el primer paso en su carrera eclesiástica. Pero en 1943, él y todos sus compañeros de clase son reclutados al Flak (escuadrón antiaéreo). Y en septiembre de 1944, habiendo alcanzado la edad militar, Ratzinger es relevado del Flak y regresa a casa. Pasa por el entrenamiento básico en la infantería alemana, pero debido a su pobre estado de salud, se libra de buena parte de los rigores propios de la vida militar. En la primavera de 1945, mientras se acercan las fuerzas aliadas, Ratzinger deja el ejército y regresa a su casa en Traunstein. Cuando finalmente llegan las tropas norteamericanas hasta su ciudad, establecen su centro de operaciones en casa de los Ratzinger, identifican a Josef como soldado alemán y lo envían a un campo de prisioneros de guerra, del que no saldría hasta el 19 de junio de ese mismo año es liberado y regresa al hogar en Traunstein. Cinco meses después, Joseph y su hermano Georg reingresan al seminario. Y en 1947 ingresa al Herzogliches Georgianum, un instituto teológico ligado a la Universidad de Munich. En 1951, el 29 de junio, Joseph Ratzinger es ordenado sacerdote y dos años más tarde recibe su doctorado en teología por la Universidad de Munich. Estudios Un incipiente y breve paso por el progresismo Benedicto XVI fue en sus tiempos mozos un sacerdote progresista. Nada más ser llamado al sacerdocio se convirtió en un teólogo conciliar en las filas de los reformistas más rebeldes. Su labor académica la inicia como profesor de teología fundamental en la Universidad de Bonn y en 1966 es nombrado profesor de teología dogmática en la universidad de Tübingen. Su elección es fuertemente apoyada por el profesor Hans Küng. Ratzinger había conocido inicialmente a Küng en 1957 en un congreso de teología dogmática en Innsbruck. Luego de revisar el trabajo doctoral de Küng sobre Karl Barth, dijo Ratzinger: «A pesar de que su estilo teológico no era el mío, lo había leído con placer y el autor me había suscitado respeto, pues su apertura y su rectitud me gustaron bastante». Luego, Küng se convertiría en su más fiero crítico. Entre sus alumnos en Tubinga también se encuentra el brasileño Leonardo Boff, que años más tarde se convertiría en el alma de la teología de la liberación, una de las cosas que más sueño quitó al hoy Papa. El ascenso De consejero teológico del Concilio a arzobispo En 1969, desencantado por su en-cuentro con la ideología radical de Tübingen, se traslada de regreso a Baviera, donde asume un puesto de profesor en la Universidad de Ratisbona. Luego es nombrado Decano, Vicepresidente. Ese año también es nombrado Consejero Teológico de los Obispos alemanes. Pero antes de eso, en 1962, Ratzinger acude a Roma como consejero en el Concilio Vaticano II y se convierte así en una estrella teológica con sólo 35 años. Roma Contrario al exceso de novedades Juan Pablo II fue quien encumbró a Ratzinger, convirtiéndolo en el hombre clave de la ortodoxia y de la teología. En todas sus apreciaciones doc-trinales se encierra buena parte de su pensamiento, como eclesiástico y como reputado teólogo, que tiene una máxima de conducta personal y pastoral que se resume en una de sus frases favoritas: «la bondad implica también la capacidad de decir no». Los noes de Ratzinger han sido hasta ahora los mismos que los de su predecesor Juan Pablo II en materia de moral (no al sacerdocio de las mujeres, no al matrimonio de los curas, no a la homosexualidad, que considera «un desorden objetivo»), lo que le ha valido el calificativo de conservador y la etiqueta de continuista. Durante mucho tiempo ha tenido que bregar con la fama de «Gran Inquisidor», por sus a veces controvertidas decisiones y afirmaciones al frente del antiguo Santo Oficio, donde ha estado nada menos que 24 años. Polémicas que ahora volverán a primer plano fueron afirmaciones suyas como la contenida en el documento Dominus Jesus, del año 2000, en el que sostiene que «sólo en la Iglesia Católica existe la salvación eterna». Durante buena parte del papado del viajero Juan Pablo II, sobre todo en los últimos años, Joseph Ratzinger se ha preocupado sobre todo de la Iglesia, «una barca que hace agua», como puso de manifiesto en el Viacrucis del último Viernes santo. «Cuánta suciedad hay en la Iglesia y también entre aquellos que se deben entregar a la causa del sacerdocio y pertenecer completamente a ella. Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia», escribió. Crítico con la reforma litúrgica introducida por Pablo VI, también se ha mostrado contrario al exceso de «novedades» introducidas en las misas que, a su juicio, se acaban transformando en un espectáculo. Más allá de su pensamiento y de las apariencias, Joseph Ratzinger tiene fama de hombre amable, con sentido del humor y costumbres sencillas -«soy un humilde ser-vidor en la viña del Señor», fueron sus primeras palabras como Papa. La mano derecha del Papa Acérrimo defensor del dogma Ratzinger fue desde 1981, en que Juan Pablo II lo nombró Prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, cargo que le renovó de forma indefinida, la mano derecha del anterior Pontífice. Compartía con Wojtyla su acérrima defensa del dogma, sólo que a su fría ultraortodoxia le faltaba la calidez del polaco. Pero Ratzinger fue algo más que su mano derecha, era el auténtico poder en la sombra del Vaticano, pese a que oficialmente el cargo de número dos del Vaticano lo ocupaba Angelo Sodano, con el que no mantiene una buena relación personal. El protagonismo del alemán se agigantó aún más tras la muerte de Juan Pablo II. Durante el período de sede vacante fue el principal actor de sus exequias, el que mandó callar a los cardenales, el que reunió en torno al lecho de Wojtyla a los cardenales del mundo y el que ofició la misa previa al cónclave con un mensaje que muchos interpretaron como un discurso de investidura. Ahora, Ratzinger ya tiene todo el poder real. El dogma está asegurado. La ortodoxia El mejor guardián «Tener una fe clara, según el Credo de la Iglesia, no es ser integrista», dijo Ratzinger antes de conducir la procesión de cardenales hacia la Capilla Sixtina. El teutón, de voluntad granítica e inquebrantable, tiene las ideas claras, pero rehuye de su fama de dogmático. «Yo no soy el gran inquisidor y tampoco me siento una Casandra cuando examino los factores negativos de la Iglesia», suele decir de si mismo. Sin embargo, los hechos demuestran lo contrario, ya que desde su cargo de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, un órgano heredero de la antigua Inquisición, ha sido el antiguo guardián del dogma y su credo llegó a su punto culminante con la redacción del Nuevo Catecismo. Ratzinger ha sido el látigo castigador de movimientos como la Teología de la Liberación y de otros que proponían una iglesia más abierta a la sociedad, con medidas como el sacerdocio femenino, la descentralización del poder romano, la ruptura del celibato o un mayor protagonismo de los laicos. Frente a una iglesia en crisis, el nuevo Papa preconiza un acercamiento con los movimientos católicos más radicales. Para él, el camino a seguir es la defensa estricta del dogma. Los demás credos cristianos y las otras religiosas esperan que Ratzinger sigue el camino del diálogo, pero Ratzinger, a la espera de lo que ahora pueda hacer, le costó aceptar esta apertura. «Sólo en la Iglesia católica existe la salvación eterna», aseguró en el año 2000 en el polémico documento Dominus Jesús. Israel confía en que el nuevo papa Benedicto XVI continúe luchando contra el antisemitismo como hizo su predecesor Juan Pablo II, afirmó el ministro de Relaciones Exteriores israelí, Sylvan Shalom. «A la luz de su experiencia histórica, esperamos que el nuevo Papa sea fiel al compromiso adquirido por la Iglesia católica de luchar firmemente contra el antisemitismo», dijo en un comunicado el ministro aludiendo a Benedicto XVI, un hombre de nacionalidad alemana que vivió la Segunda Guerra Mundial. «Esperamos también que el nuevo Papa siga trabajando en favor de un acercamiento entre el Estado de Israel y el Vaticano, así como entre la Iglesia católica y el pueblo judío», agregó. El presidente israelí Moshé Katzav felicitó al nuevo Santo Padre y expresó su deseo de que siga el camino trazado por Juan Pablo II. JOSEPH RATZINGER NACIMIENTO Nació en el seno de una familia campesina en el pueblo alemán de Markt am Inn, el 16 de abril de 1927. ESTUDIOS Doctorado en Teología, estudió en la Escuela Superior de Filosofía y Teología de Freising y en la Universidad de Munich. Durante los años 1969 y 1977 fue vicepresidente de la Universidad de Ratisbona. SACERDOTE Fue ordenado sacerdote en 1951, a los 24 años. OBISPO En 1977 fue designado por el Papa Pablo VI arzobispo de Múnich y Freising. CARDENAL Uno de los dos cardenales del actual cónclave que no fue nombrado por Juan Pablo II. El birrete le fue concedido por Pablo VI en 1977. PREFECTO PARA LA CONGREGACIÓN DE LA DOCTRINA DE LA FE Fue nombrado por Juan Pablo II en 1981 Prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, con lo que se convirtió en el guardian del dogma. Fue renovado el cargo en 1986 y en 1991, pese a que la práctica de la Iglesia es no reconfirmar a un prefecto de esta congregación para un tercer mandato. En 1996 pasó a ocupar el cargo por tiempo indefinido. DECANO Desde el 2002 es decano del Colegio Cardenalicio. DOGMA Y RELATIVISMO «En el nuevo mundo, sin dog-mas, hay un dogma que se im-pone, el del relativismo, según el cual todas las opiniones son verdaderas y, por tanto, todas las religiones son verdaderas. Este relativismo, que hoy, como sentimiento fundamental de la persona iluminada se extiende ampliamente incluso dentro de la teología, es el problema más grande de nuestra época» Misa antes del cónclave TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN « La lucha de clases como camino a la sociedad sin clases es un mito que impide las reformas y agrava la miseria y las injusticias. Quienes se dejan fascinar por este mito deberían reflexionar sobre las amargas experiencias históricas a las cuales ha conducido» Libertatis Nuntius LAICISMO « Es una ideología parcial, que no puede responder a los desa-fíos decisivos para el hombre. La razón no es enemiga de la fe. El problema es cuando hay desprecio de Dios y de lo sacro» Debate Centro Orientación Política CLONACIÓN « El hombre es capaz de producir en laboratorio otro hombre, que por tanto ya no es don de Dios. Si éste es el poder del hombre, entonces se está convirtiendo en una amenaza más peligrosa que las armas de destrucción» Debate Centro Orientación Política GAIS «No existe ningún fundamento para asimilar o establecer ana-logías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio. El matrimonio es santo, mientras que las relaciones homosexuales contrastan con la ley moral natural» Consideraciones, junio del 2003 ABORTO Y GUERRA «Puede haber una legítima diversidad de opinión entre ca-tólicos respecto a ir a la guerra y aplicar la pena de muerte, pero no respecto del grave pecado del aborto y la eutanasia» Carta a los obispos de EE.UU. LOS EMBRIONES «Los embriones in vitro son seres humanos y sujetos de derechos: su dignidad y su derecho a la vida deben ser respetados» Dignitates Humanae EL ROCK «Es la expresión de pasiones elementales que adoptaron caracteres de contraculto, de lo que se opone al?culto cristiano» Pensamientos, 2001