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El «frente progresista» no tenía candidato

Ratzinger no encontró una oposición fuerte y sus detractores arrojaron pronto la toalla para no dar una imagen de Iglesia dividida

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afp | roma
León

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La elección relámpago del cardenal alemán Joseph Ratzinger como Papa, en la cuarta votación, se vio facilitada por la debilidad, desunión y falta de liderazgo del bloque más aperturista, según los vaticanistas italianos. Algunos cardenales se resistieron a su elección, pero finalmente arrojaron la toalla para evitar prolongar demasiado el cónclave. Incluso sus detractores reconocen que el nuevo Papa es «apreciado» y estiman que era «la mejor solución para garantizar una pausa de reflexión» después del largo pontificado de Juan Pablo II. «La candidatura de Ratzinger empezó ya a ser invocada en círculos restringidos de la curia el pasado otoño, cuando la salud de Juan Pablo II comenzó a deteriorarse», cuenta Marco Politi en el diario La Repubblica . «En Navidad, la idea de un pontificado de transición prestigioso, corto, garante de la unidad de la Iglesia y de la defensa de la doctrina cobró fuerza. El más indicado para desempeñar esta misión era Ratzinger, para lo cual se contaba con un número consistente de apoyos», subraya. «Desde el lunes por la noche, al término de la primera votación, los reformistas se dieron cuenta de que estaban demasiado dispersos y carecían de un nombre aglutinador», sostiene. «Para no dar la impresión de fuerte división, desastrosa para la imagen internacional de la Iglesia, aceptaron confiar sus votos al candidato más prestigioso», concluye. Todos los diarios italianos dieron ayer la misma explicación a la elección relámpago del cardenal Joseph Ratzinger, de 78 años, que necesitaba 77 votos, dos tercios, de los 115 purpurados presentes. «Un grupo de cardenales originarios de los países del centro de Europa se movilizaron para impedir la elección del que durante veinte años fue el brazo derecho de Wojtyla y el guardián de la fe. No se rindieron fácilmente, pero fueron barridos por una avalancha de votos de todos partes», escribe Luigi Accatoli, el vaticanista del Corriere della Sera . «El frente progresista , como es denominado, perdió porque no tenía un candidato fuerte, debido a la mala salud de Carlo María Martini (ex arzobispo de Milán) y sobre todo porque había que dar rápidamente un sucesor a un papa excepcional», subraya por su parte Mario Margiocco en el diario Il Sole 24 Ore . Un comentario del cardenal italiano Ennio Antonelli al término del Cónclave confirmó esta tesis. «La elección fue rápida, signo de comunión y de unión en el seno del colegio de cardenales», declaró el cardenal arzobispo de Florencia a una radio católica de su diócesis. Varios cardenales habían mostrado su desconfianza antes de entrar en el Cónclave. «Los fieles no buscan a alguien que les dé órdenes, sino una relación de confianza», afirmó el cardenal alemán Walter Kasper. Una vez elegido el cardenal Ratzinger, los príncipes de la Iglesia le juraron fidelidad. «Benedicto XVI será el papa de la reconciliación y de la paz», afirmó el cardenal Kasper. «Démosle una oportunidad», dijo por su parte uno de sus detractores, el teólogo suizo Hans Küng, un antiguo compañero del cardenal Ratzinger, que fue perseguido por éste cuando osó discrepar. «Quien entra en Cónclave con la imagen de un cardenal conservador puede salir como un papa reformador», subrayó el cardenal suizo. Un sentimiento resumido por el obispo de Setubal en Portugal, Manuel Martins: «Espero que el cardenal Ratzinger deje paso a Benedicto XVI».