EL PERSONAJE
Yosuf Galán, un pacifista particular
Aunque el protagonista de ayer fue un elegante Imad Eddin Barakat Yarkas, que declaró en sesiones de mañana y tarde, una parte del protagonista mediático se lo arrebató su compañero y correligionario, el español Luis José Galán González, que desde que se convirtió al Islam, hace unos quince años, se hace llamar Yosuf Galán. Ayer respondió a las preguntas de su letrada -se negó a hacerlo a las del resto de las defensas-y reiteró su proclama pacifista. Insistió en que, por su educación y sus valores, condenaba todo tipo de terrorismo. «Es obvio, solo pienso en la Justicia, por eso condeno, no solo la muerte de 3.000 personas en Estados Unidos, sino la muerte de cualquier parte del mundo», dijo. Explicó ante el tribunal que esta postura ante el terrorismo es la que le han enseñado en su casa ya que creció en un ambiente cristiano en el barrio madrileño de Argüelles, «desde que tuvo uso de razón hasta los 31 años». Galán, que indicó que abandonó la religión católica al inicio de la década de los 90, «cuando Sadam Husein invadió Kuwait» y explicó que lo hizo porque el islamismo está más cerca de los pobres y de los oprimidos», se definió como una persona comprometida, que militó desde los 11 años en el Partido Socialista Popular (PSP) de Enrique Tierno Galván y en otros partidos de izquierda. Silencios clamorosos Cuando el presidente del tribunal le preguntó en cuáles, se acogió a su derecho a no contestar porque, de hacerlo tendría que explicar que fue interventor en una mesa electoral por Herri Batasuna. Ante sus reiterados alegatos pacifistas, Javier Gómez Bermúdez, presidente del tribunal le preguntó: ¿Condena usted los atentados de ETA?». La pregunta le pilló por sorpresa y optó por quedarse callado: «Me acojo al derecho a no contestar». El presidente cambió de tercio, mandó que le proyectaran a través de las pantallas planas ubicadas en la sala una serie de fotos en las que aparece Yosuf Galán dirigiéndose a la gente en distintas manifestaciones, en alguna con su amigo Perlin que, según la acusación, dirigió un campamento de adiestramiento de muhaydines en Indonesia. Luego pidió que se exhibiesen las tres armas confiscadas en su domicilio, pero como no estaban montadas, se hizo un receso. Al final del mismo, Galán, tras hablar con su abogada, trató de enmendar su clamoroso silencio ante la pregunta del presidente sobre la condena de los atentados de ETA. «Miren mi trayectoria desde los once años y entenderán que ningún dolor me es ajeno, venga de donde venga, aunque cada uno tiene derecho a pensar lo que quiera». Galán indicó que en juventud estuvo enganchado a la heroína.